Este Taller de Lectura lo organizan la Junta de Castilla y León (Consejería de Cultura), la Universidad de Alcalá (Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Relaciones Institucionales) y la Universidad de Guadalajara, con motivo de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, México, que tiene a Castilla y León como invitada de honor en 2010.




lunes, 29 de noviembre de 2010

CONTESTACIONES A LOS COMENTARIOS SOBRE "LA ILUSTRE FREGONA" por José Jiménez Lozano


En términos generales parece que coincidimos en la lectura e interpretación de “La ilustre fregona”, pero, como es lógico, también en esta lectura cada lector apunta algo o ve las cosas desde otro ángulo, porque por eso la literatura es literatura y dice a cada quien y a cada cual lo suyo, y por eso mismo en ella nunca dejan de decirse las cosas, incluso ante un mismo hecho, un mismo personaje, un mismo asunto, que siempre son otros y hasta muy otros. Exactamente como en la vida.

A más de un lector le ha sorprendido, en la novela, un amor que nace sin cruzar una sola palabra con la mujer de quien se prenda y le es suficiente oír hablar de su belleza y virtud –aunque sea a un mozo de mulas-, pero también parece haber comprendido todo el mundo que se trata de un “topos” del tiempo y más específicamente de la literatura y no de la realidad. Y tampoco ha escapado a ustedes el hecho de que dicha belleza de Constancica está descrita por un mozo de mulas, lo que es difícil dilucidar si se trata de una ironía o de la extrema consideración de Cervantes que sería entonces como la de fray Luis, que entendía que “el fino  sentir” se daba más intensamente entre gentes más bien primarias como los pastores o gentes del campo. Y a unos pastores, por cierto, endilga Don Quijote un hermoso discurso de altos conceptos, y ahí sí que no hay posible sospecha de ironía, sino que es pura honra de la dignidad humana.

Pero, por otra parte, tampoco conviene olvidar que el amor humano estaba entonces libre de todo psicologismo y de las capas de cebolla o alcachofa, por decirlo así que, primero el romanticismo, y luego ese psicologismo recubrieron el asunto. Y con este asunto está ligada la otra cuestión del reconocimiento de la nobleza de nacimiento que hace posible el matrimonio con otra persona de la misma cuna, y es una convención del tiempo.

En la época existía y estaba muy extendida la idea aristotélica de que la alta cuna supone el ámbito privilegiado para la virtud y, por el contrario, una cuna baja supondría una dificultad o algo muy parecido; pero, en cualquier caso, Cervantes cuenta la historia de una relación amorosa en la que esas convicciones podrían no funcionar, porque en este caso sería la mujer la de baja cuna, y no sólo era posible el matrimonio, sino que la mujer quedaba automáticamente elevada a la clase superior del hombre con quien se casaba, lo que no sucedía al revés, es decir, si el de baja cuna era el hombre en cuyo supuesto el hombre se desclasaba. Así que se suponía que la belleza y la virtud en la mujer la redimían de su propia clase, y, en realidad, parece que Cervantes se atiene a contar una historia de amor, pero sin aludir a las eventuales dificultades formales de diversa cuna entre los amantes, o a la excepción a las mismas, que resultan irrelevantes en la historia.

Otro aspecto que llama la atención de los lectores ha sido el de las posadas. Y ciertamente que es un aspecto esencial en el tiempo, porque las posadas son ciertamente lugares donde se concentra la mayor parte de los tipos sociales e incluso de hombres y mujeres.

En general las posadas españolas, especialmente las que estaban en los caminos o ventas, resultaban vitandas a veces hasta por su nombre –Posada de la Muerte o Posada del Verdugo-, y eran famosas por la leyenda que ellas mismas ponían en un cartel como aviso a los clientes: “En esta posada, el viajero encontrará lo que traiga”, que era decir que daban acomodo para la noche y, como mucho, un pienso para las caballerías. Y había también posadas de más lustre como ésta posada de “El Sevillano” en Toledo, donde sirve la Costancica y la que tenía en Sevilla Tomás Gutiérrez, un excelente amigo de Cervantes, a quien quizás recuerde con el nombre de la posada toledana,  y que antes había sido cómico. Pero el tipo medio de posada era atroz, y Santa Teresa compara los sufrimientos y contrariedades de la vida con “una noche en una mala posada”.

La posada como centro de la novela permite ciertamente el encuentro de los personajes más dispares. Y claro está que cada quien es cada quien y cada cual es cada cual, y cada quien y cada cual habla su propia lengua, no solamente la de su capa social, y en España desde el Renacimiento la lengua del pueblo fue una lengua superior a la lengua culta, en significados, polisemias, y connotaciones afectivas y también en variedad sintáctica y cantilenación o “tonillo”. Y acababa siendo a veces una lengua excesivamente grupal o personalizada.

Y uno de nuestros compañeros lectores se ha fijado en el detalle de que el posadero defiende el castellano frente al latín, y la escena parece y sin especial significación y no yendo más allá de ironizar sobre la ignorancia del latín por parte de su mujer que, al emplearlo en sus oraciones, lo maltrata y dice mil desatinos; pero Cervantes habla aquí de algo que, como ya señalé, es el signo del renacimiento español, que es esencialmente la reivindicación de la lengua vernácula para expresar la realidad y especialmente para conocer a través de su expresión literaria lo que a los hombres acontece; pero es una convicción que tarda en entrar hasta en el común de las gentes, cuya preferencia por rezar en latín ridiculizará Lucas Hidalgo en sus “Diálogos de apacible entretenimiento”, y es tanta como la de los latinismos pedantes en el lenguaje culto.

También alguno de ustedes ha señalado el acudimiento de Cervantes a los refranes, y esto, pese a que, en un determinado momento Don Quijote le reprocha a Sancho el uso y abuso de ellos. Y, sean como sean las cosas, hasta Marcel Bataillon ha subrayado el gusto que Cervantes muestra por los  dichos y refranes populares y le acerca al que también muestra Erasmo. ¿Sería esto una muestra de la supuesta influencia erasmista en Cervantes? Pero por lo pronto esta influencia debería ser probada, pongamos por caso adverando la hipótesis que esa preferencia de Cervantes por los refranes y cuentos populares era imposible de que se le ocurriera a él si no lo hubiera tomado de Erasmo. Y dígase lo mismo sobre el supuesto anticlericalismo de Cervantes en “El Quijote”, que también sería erasmista. Pero lo cierto es que no hay ni rastro de esta cuestión, pues el enfrentamiento de don Quijote con el fraile invitado como él a la mesa de los duques es el enfrentamiento con un entrometido, y la gastada alusión a la  Iglesia cuando don Quijote y Sancho entran una noche sin luna en el Toboso solamente indica que han topado con el edificio de la iglesia, ya que la que Iglesia como institución no es llamada así salvo en los tratados teológicos, por la sencilla razón de esa Iglesia no era una sociedad distinta ni del Estado ni  del cuerpo social que eran cristianos, y la “otreidad” sólo podía darse entre clérigos y fieles, pero no se utilizaba la palabra Iglesia para hablar de los primeros, sino que se los designaba por su “status” o función: monje, fraile, obispo, cura, canónico etc.

Efectivamente, como dice una de las lectoras, la España de la época de Cervantes es más compleja que lo que podríamos pensar ciñéndonos a los inevitables esquemas didácticos, y es más compleja aún la España renacentista de la juventud de Cervantes; y en Cervantes no se da, como  se da, por ejemplo, en Italia con los pintores o como se da con el propio Erasmo, una especie de desengaño de la gloria renacentista. Y con esto quiero indicar que todo el pensamiento y el sentimiento que se oscurece en esos casos, y nos es suficiente pensar, por ejemplo, en el Botticelli que quema docenas de sus cuadros bajo la influencia de la predicación de Savonarola, o en el giro que da el pensamiento de Miguel Ángel desde la gloria de los cuerpos al triunfo de la muerte que él mismo pinta en el descansillo de la escalera de su casa, o en el Erasmo de los “Diálogos ciceronianos”, no se da en Cervantes. Y éste es fiel a sus años jóvenes y, en punto a escritura a mantener la invención y la verdad de lo que se cuenta y a escribir con una sencillez total, pero sobre todo a no desposar el pesimismo barroco, sobre la nada del hombre y la mentira del mundo. Y por eso esta novela de “La ilustre fregona” que la crítica ha llamado idealista o pintura de cómo debería ser el mundo, queda enfrentada, desde luego, a la vida de los pícaros y engañadores, que no dice, sin embargo, Cervantes, ni podemos decir nosotros leyendo la historia de amor de la novela,  que tenga que ser y sea la vida real. Nunca se hará cómplice Cervantes de todo el pesimismo moral del barroco, ni tampoco de la humillación para la dignidad humana que quedaría burlada del todo, desmentida. Tanto para los duques y altos personajes como para las gentes humildes e incluso los desechos sociales que están en sus historias, Cervantes tendrá una recomendación primera que es “caer en la cuenta de que se tiene un ánima”, y entonces él jamás dejará salir de su pluma un personaje que no sea rescatado de su empinación social o de su desecho por esa su conciencia de un yo inmortal que se juega en el telar de los sucesos de esta vida. Y seguramente esto es lo que uno de nuestros amigos lectores llama “el paso entre la riqueza y la pobreza, entre la gloria y la humillación”.

Ésta es seguramente la razón de que Cervantes ni quiera ni pueda escribir una novela picaresca, y escriba un “como si” de novela picaresca para contarnos una novela de amor, que, si bien se mira, está íntimamente ligada al paradigma, súmmum y espejo de amor que será “El Persiles“; una obra cervantina que, por cierto, tendrá menos estima crítica que ninguna otra obra suya, con ser sin duda de una soberbia hermosura y dejada por el mismo Cervantes a una semana de su muerte como el gran don de su pluma. Pero, sin duda, se trata de una historia de amor que se cuenta desde unos parámetros o puntos de vista y de pensares y sentires que tienen poco de españoles y mucho de italianos o más bien provenzales, y ligados al franciscanismo. Y un lector subraya el hecho de que Avendaño quiera ponerse a medir cebada para estar cerca de Constanza, relacionando este hecho con otros similares en la obra cervantina que también quieren ser pruebas o meritos de amor, pero quizás solamente se trata de esa transformación de la persona que, como decía Pascal, en sus “Reflexiones sobre el amor”, se percata de que está enamorada porque se halla lleno de humildad y usando de delicadezas.

Curiosamente y como de soslayo, otro lector se pregunta por qué Cervantes sería “un genio” y ese lector muestra su preferencia por considerarle un hombre sencillamente; pero así creo que nos ocurre a todos los no partidarios de los tópicos, en este caso románticos, incluso si modernamente la psiquiatría entró en el asunto e hizo algo parecido a un diagnóstico y una tipología del genio. Hoy podríamos decir, sin embargo, que, en la revisión al alza de la conciencia de escritor como del artista ha aparecido el síntoma de demiurgo o al menos la realidad que el escritor japonés, Abe Kobo, señalaba a propósito de los autores del “nouveau roman” francés, y podría extenderse a la conciencia del escritor y del artista de hoy mismo, que tienen -decía Abe Kobo- una cierta complacencia hacia sí mismos y “no creen lo suficiente en lo que podría llamarse la mirada de Dios y un poco demasiado en la suya”. Y esto es algo desconocido en la época de Cervantes y desde luego no se halla hasta el romanticismo del novecientos, que también trazó el prototipo del poeta desconocido y hambriento, y del enamorado “pálido de amor” que es una locución terrible porque significa literalmente tuberculoso y muerto joven.

Y no dejaré de ofrecer, por lo demás, la medida de los que Simone Weil consideraba realmente genios y, por lo tanto, los únicos capaces de escribir de “los seres de desgracia” siempre más cerca de Platón de lo que nunca pudo estarlo Aristóteles, dice ella; y lo que hay que comentar a esto es que Cervantes es, entonces, uno de esos genios que supo hablarnos de esos seres de desgracia verdaderamente. ¿Y acaso los pesudopícaros y engañadores cervantinos no tienen bastante de seres de desgracia?

En un tiempo, la noción corriente acerca de lo que era un clásico consistía en señalar en él un modelo de escritura, un gran prosista se decía; y un clásico era una modesta manera de decir más exactamente lo que luego se llamaría un genio, aunque con esta palabra romántica como vengo diciendo se denominaba también todo aquello que eran ocurrencias e ingeniosidades. Pero siempre estuvo claro, por encima de los juegos de moda o las estrecheces didácticas, el hecho de que un clásico es quien escribe la verdad con palabras que levantan vida.

John Rankin hace esa cuenta de lo que es un clásico que siempre nos dice la verdad y de la manera más hermosa con las palabras justas, citándonos unos versos de Homero acerca del  tema de la aparición de Elpenor, el compañero de Ulyses a quien se creía que estaba perdido pero había muerto, comparados con otros versos de Alexander Pope.

Dice Homero: “¿Elpenor? ¿Cómo es que has emergido de las lóbregas sombras? / ¿Acaso has llegado más rápido sobre tus pies que yo sobre mi negro buque?”

Dice Alexander Pope: “Oh, dime, Elpenor, ¿qué iracunda fuerza te hizo /deslizarte hacia las sombras y deambular con los muertos? / ¿Cómo pudo tu alma a través de reinos u océanos apartados /rebasar la ágil embarcación y abandonar el moroso viento?”

“Sinceramente –comenta Ruskin- espero que el lector no encuentre motivos de placer ni en la agilidad de la embarcación, ni en la indolencia del viento”. Desde luego  que no, en Pope todo es falso, y Ruskin denomina a esa amplificación de Pope “falacia patética”. Y lo es. El mozo de mulas que habla de poesía lo sabía mucho antes que Ruskin. Y falta le habría hecho a Pope leer a Cervantes, pero no debemos enfadarnos con los ingleses: fueron ellos quienes descubrieron a Cervantes realmente. Por aquí, en esta nuestra tierra, era hasta entonces poca cosa para la oficialidad de la cultura, pero no para quienes sabía quién era. Y en vida quizás sólo lo supo verdaderamente Lope de Vega, quien por eso hacía el gesto de despreciarle para depreciarle. Pero don Quijote ya había advertido a Sancho en casa de los duques que era estúpido andar discutiendo dónde estaría la presidencia de la mesa, porque estaba claro.

Y también con Cervantes.                      

domingo, 28 de noviembre de 2010

Comentarios tras la lectura de "La ilustre fregona"





Comentario sobre “La ilustre fregona”
ERIKA PETERSEN O’FARRILL

En el siguiente comentario, quisiera centrarme en tres aspectos: la presencia del narrador, la forma de enamorarse de Avendaño y el empleo de la anagnórisis. El narrador de “La ilustre fregona” es un narrador heterodiégetico. A diferencia de otros narradores de este tipo, éste es consciente de que está seleccionando los sucesos que aparecen en este texto y de que está contando algo a alguien. Basten, como muestra, los siguientes fragmentos: “Pero destas cosas no dice nada el autor desta novela, porque, así como dejó puesto a caballo a Pedro Alonso, volvió a contar de lo que les sucedió a Avendaño y a Carriazo a la entrada de Illescas …” y “Resta ahora por decir qué es lo que le pareció a Carriazo de la hermosura de Costanza …”.

En relación con el segundo aspecto, debemos mencionar que Avendaño se enamora locamente de Costanza sin ni siquiera haber cruzado palabras con ella. El amor de Avendaño por la fregona comienza justo después de haber oído la descripción física de Costanza:
Con esto se despidieron los dos mozos de mulas, cuya plática y conversación dejó mudos a los dos amigos que escuchado la habían, especialmente Avendaño, en quien la simple relación que el mozo de mulas  había hecho de la hermosura de la fregona despertó en él un intenso deseo de verla.

Una vez que Avendaño ve a la fregona, su amor se intensifica. Así, este personaje menciona: “… y tan imposible será apartarme de ver el rostro desta doncella, como no es posible ir al cielo sin buenas obras.” El oído y la vista bastan para volver loco de amor a un hombre.

Por último, en lo que concierne al tercer aspecto, es menester señalar que la anagnórisis —esto es, el paso de la ignorancia de la condición noble de Costanza al conocimiento de la misma— es fundamental para el desenlace de esta novela ejemplar. Como en Dafnis y Cloe, el reconocimiento de la nobleza de Costanza hace posible que don Tomás de Avendaño pueda tomar a esta mujer como esposa: ambos provienen de familias nobles.

La Ilustre Fregona
VÍCTOR MANUEL BAÑUELOS AQUINO
La Ilustre Fregona, es una de esas pequeñas obras que nos deja mucho en que pensar. En ésta primero vemos el tópico de la novela picaresca. Vemos a Lope Asturiano, que siendo hijo del rico Don Diego de Carriazo, deside darse la vida de vago, como todo un apostador y un gañan. Muy parecido a como vemos en la novela Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, de un rico que por decisión propia se da la vida de pícaro. Muy interesante esta visión de la rebeldía en el Siglo de Oro, en especial en los jóvenes de la alta sociedad. Al igual que en El Guzmán de Alfarache, Asturiano, regresa a una vida “decente”.

El destino, en La Ilustre Fregona, es muy importante, ya que como dice Tirso de Molina: “no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”. Y también aquí se cumple, ya que con un retraso de quince años, el padre de la Fregona, llega por ella. Que en un extraño giro del destino, resulta ser su padre nada más ni nada menos que Don Diego de Carriazo, padre del pícaro.


La Fregona en cierta manera simboliza la perfección y la búsqueda de los enamorados (tanto Tomás Pedro, como el hijo del Corregidor) por su parte, simboliza la dificultad de encontrarla. Ella representa el amor y toda la bondad, incluso esta en una edad considerada dulce, sus quince años.


Éste texto al igual que otros de su época, nos describe bien algunas tradiciones de la época. Por ejemplo, el hecho de que Constanza fue abandonada, mientras su madre hacia de peregrina, por el sacro camino de Santiago de Compostela. Ésta es una de las tradiciones más bonitas de Europa y el mundo, con mucho significado tanto corporal como espiritual, es un viaje iniciático del cual uno no vuelve a ser el mismo.

Comentario de La ilustre fregona de Cervantes
MARÍA TERESA MORA PARVUL

La ilustre fregona al igual que en el Quijote utiliza distintos y variados recursos avanzados  para su momento, la más representativa es la inserción de una historia en otra y en otra, como la historia del sevillano que narra su encuentro con Constanza y posteriormente la historia de Costanza y de su adopción. Por otro lado también maneja el tema de la picaresca, como ya sabemos éste es un tema muy popular en el siglo de oro. Los personajes actúan de acuerdo con los modelos de la picaresca, Carriazo es el más cercano a éste modelo pero después lleva a su amigo Avendaño y los dos mantienen sus viajes y peripecias a través del engaño y el oportunismo, pero nunca dejan de ser hijos de noble y por lo tanto tener una categoría más elevada a la de los pícaros más populares que usualmente vienen de una familia de clase baja y además sus padres son personajes del hampa como en el caso del buscón Don Pablos de Quevedo. El manejo del humor también es una gran característica de Cervantes en el cual se expresa a través de la caricaturización de los personajes ampliando sus defectos físicos como se puede observar en la Gallega y la Argüello que pretenden tomar para sí a Carriazo y a Avendaño. A su vez Cervantes retoma el ambiente popular y lo contrapone con las casas nobles así como en el Quijote en donde sitúa a don Quijote que está siglos atrás en un ambiente actual y popular. Pero a diferencia del Quijote, en donde esta polarización es más bien cómica, aquí tiene un tono distinto ya que los personajes actúan y se disfrazan pero nunca se dejan engañar. Al final se muestra un cambio significativo ya que usualmente los pícaros intentan mejorar su condición y trascender, no obstante cómo Carriazo y Avendaño son de noble cuna el proceso es de regreso a su lugar de pertenencia y como en los cuentos populares, los personajes casi siempre nobles (príncipes, reyes, pajes que se convierten en príncipes o reyes) terminan en boda. Un final feliz y más al ser encontrada a Constanza como hermana de Carriazo, y es así como puede finalmente contraer nupcias Avendaño con ella ya que pertenece a su propia condición social. Así pues, Constanza recibe el calificativo de ilustre por su nobleza oculta, y es ese el motivo de tanto encanto, ella es el modelo de amor noble, de todos los valores cristianos y la representación casi virginal de las mujeres de la nobleza.

Modestas notas sobre “La ilustre fregona”
ENRIQUE CASILLAS PADILLA



Verdaderamente que hay poetas en el
mundo que escriben trovas
que no hay diablo que las entienda.
(Miguel de Cervantes)
I.
En esta novela encontramos un entretejido entre la novela picaresca y la novela amorosa; por un lado tenemos la figura del pícaro Carriazo que bien podría dictar cátedra de picardía al famoso Alfarache –relación intertextual con la novela de Mateo Alemán-, pero no es una cualquier picaresca, sino la virtuosa, la del pícaro que se va del seno familiar en búsqueda de aventura sin caer en excesos ni lamentables desgracias (con sólo sutiles pinceladas de la degradación humana propia de esta novelística y no gruesos brochazos, usando las palabras de don José Jiménez Lozano), y por otro lado tenemos la historia, central por mucho, del amor de Avendaño hacia la ilustre fregona, un amor que se presenta imposible por la virtud de Constanza, pero que la fortuna, azarosa como es, permite. Este entramado de la picaresca, española por antonomasia, con el modelo italiano de entender la novela como relato breve hacen de ésta una gran obra entre todas las que constituyen a Las novelas ejemplares. Así pues el paso entre la riqueza y la pobreza, entre la gloria y la humillación, siempre sutiles, por un lado y el entramado de una amor muy cortesano, a la italiana, cargado de idealismos conformarán la historia de una fregona irónicamente ilustre por su trabajo y verdaderamente ilustre por su origen, pero que, pese a ello, no deja de resultar una peculiar fregona de posada que posee decoro y sabe leer.

II.
Ya lo diría en su comentario a esta novela don José Jiménez Lozano y el mismo Cervantes lo confirma, él no era un escritor afecto a las volutas y ensombrecimientos retóricos a los que tan afectos eran los barrocos de su época, que creaban trovas que no hay diablo que las entienda, y en una exquisitez sardónica empieza a llenar de motes o epítetos a los versos del romance que el hijo del Corregidor profiere a Constancica:

¿quién diablos te enseñó a cantar a una fregona cosas de esferas y de cielos, llamándola lunes y martes, y de ruedas de Fortuna? Dijérasla, noramala para ti y para quien le hubiere parecido bien tu trova, que es tiesa como un espárrago, entonada como un plumaje, blanca como una leche, honesta como un fraile novicio, melindrosa y zahareña como una mula de alquiler, y más dura que un pedazo de argamasa; que, como esto le dijeras, ella lo entendiera y se holgara; pero llamarla embajador, y red, y moble, y alteza y bajeza, más es para decirlo a un niño de la dotrina que a una fregona. Verdaderamente que hay poetas en el mundo que escriben trovas que no hay diablo que las entienda.

Las intenciones de este fragmento sobrepasan a las de funcionar en el mundo de la novela, son una licencia que el autor se da de poner en voz de un mozo de mulas, el más modesto de los posibles arengadores, una lección para todos aquellos poetas afectados de su tiempo que creen que en el enrevesamiento lingüístico exacerbado y en el uso de lenguaje “de altos vuelos” está el valor literario de una obra.

III.
Junto con “Una hora de España” de Azorín y “Las Fundaciones” de Santa Teresa, que completan esta triada de obras que se nos han propuesto para trabajar en este taller de lectura, en “La ilustre fregona” encontramos muchos rasgos que nos permiten seguir completando la visión de la época que en mucho ha sido pauta para nuestras lecturas. En las dos primeras obras encontramos esas narraciones que acontecen en diversos espacios de la geografía peninsular, las descripciones de éstos, tradiciones, prácticas sociales, tanto urbanas como rurales, tanto nobles como pastoriles, tanto cultas como rústicas, y aquí llega a nuestro encuentro la imagen de un elemento fundamental de la época, la vida de las posadas españolas, de esos oasis en medio de los largos caminos que sólo se transitaban en mulas, a pie o en lentísimos carros que las hacían muy necesarias y en donde, como ya en “Don Quijote de la Mancha” veremos, se desarrollaban plurales y muy vitales relaciones sociales.

En la obra, igual que en las otras dos, el uso del lenguaje propio de la época las hace ser verosímiles y fieles imágenes de lo que se buscaba retratar.

Comentario a La Ilustre fregona de Miguel de Cervantes
FABIOLA L. IBARRA

Durante el auge del género novelesco que puedo ubicar en el siglo XIX, tanto en Europa como en México, existió un conflicto que atendía al canon imperante de la época: el uso del lenguaje  cómo debía ser. Tenemos entonces, durante esta etapa, un sin fin de novelas donde los personajes, no importando su condición social o su origen, muestran un dominio lingüístico sin diferencias latentes, puesto que el uso en ese momento era que la literatura mostraba lo “bueno” del ser humano o lo modificaba de alguna manera y esta modificación incluía el que desapareciera la lengua cotidiana en el discurso.

Es notable que durante el siglo XVI, Cervantes incluya dentro de sus Novelas Ejemplares (Que eran ejemplares no tanto por su contenido, sino por su forma o modelo de expresión, un implícito “así debe escribirse la novela”) a la lengua coloquial. Don José Jiménez incluye dentro de su comentario una paráfrasis que extrae de Diálogos de la lengua de Juan de Valdés que dice “escribir como se habla”. En La Ilustre Fregona podemos notar que los registros lingüísticos de los personajes cambian conforme la situación del personaje, podemos ver entonces a dos “caballeros principales”  cuyo discurso es culto e ilustrado “Muchas mercedes, señor huésped-respondió Avendaño-y mande vuesa merced que se me dé un aposento (…)”, además de que son los caballeros quienes son capaces de crear obras poéticas como las insertas en el texto; dentro de este grupo tenemos también tanto al huésped  su esposa, como al Corregidor y las padres de los caballeros, Don Diego Carriazo y Don Juan Avendaño. Por otro lado tenemos a los criados, representados en las figuras de La Gallega, la Argüello y Barrabá (nótese, también, que este tipo de personajes carecen de nombre real) cuyo uso de expresiones es un tanto diferente, en la siguiente cita habla Barrabás “Hermano músico, mire lo que canta, y no moteje a nadie de mal vestido, porque aquí no hay nadie con trapos, y cada uno se vise como Dios le ayuda”.

En el nivel discursivo tenemos un Cervantes que maneja diversos contextos lingüísticos. Uno de ellos es el de los dichos o refranes (sabiduría popular) que él inserta en su texto: “No es la miel para la boca del asno” o “Fuéronse los dos mano a mano (…)”. Otro es el de la burla “Éste es el aguador de la cola” que representa una colectividad implícita y finalmente, por mencionar sólo algunos, tenemos el discurso oral y el poético real y el que satiriza.

De esta manera podemos ver como el texto La ilustre fregona es una amalgama de voces y representaciones de la lengua cotidiana que dota de verosimilitud, a pesar del argumento, a la novela.

La credulidad en La ilustre fregona
VÍCTOR ALFONSO RUIZ GÓMEZ

Un fenómeno presente dentro del texto de La ilustre fregona es el de la credulidad. Llamo credulidad a esa cualidad que tienen varios personajes de aceptar los sucesos sin poner mucha duda en ello, esto se da en varios momentos de la novela ejemplar: cuando el chico regresa de sus andanzas, inventa mentiras y los padres le creen; cuando los amigos deciden irse y fácilmente los padres les disponen todo lo necesario; cuando ambos se hacen pasar por criados y le dicen al dueño del mesón que esperan a su amo…

La credulidad de los personajes ayuda a agilizar la narración, pues el autor no se detiene demasiado en criterios de “verosimilitud” (que son cuestiones muy estimadas entre la crítica de estos tiempos), muy probablemente la agilidad en una narración era una cuestión de mayor estima en aquellos tiempos. Admito que en este calificativo interviene mi juicio de mexicano del siglo XXI y que quizá no sea la forma correcta de llamarlo. También sé que es probable que “el valor de las palabras” en los tiempos en los que se ubica la historia, sea muy distinto al valor que éstas tienen en mi realidad inmediata. Sólo intento hacer notar este fenómeno, que puede tener otro nombre más matizado y eufemístico.

Comentario sobre el texto La Ilustre fregona de Miguel de Cervantes
ANTONIO SOLÓRZANO LOERA

La verdad quedé impresionado con la lectura. En un principio creí que se trataría de una historia picaresca más, como el mismo Guzmán de Alfarache o Periquillo Sarniento por nombrar dos de los más representativos. Agradable sorpresa me llevé porque conforme se sucedía la trama, di cuenta que se trataba de una obra diferente, y no podía ser menos tratándose de Miguel de Cervantes.

Definitivamente, Cervantes es un escritor que se cuece aparte. La Ilustre fregona es muestra clara de su grande imaginación y gran acervo del autor, gracia que no sólo lo llevó a la posteridad como uno de los grandes genios de la literatura, sino que se vuelve genio y figura. Tal vez no fue altamente valorado en su tiempo, pero por mi parte no me queda más que darle el crédito de rememorarlo con el mismo dote: “genio y figura”.

La manera con la que describe a Constanza por su hermosura, provoca no sólo admiración por todo aquel que la mira o escucha hablar de ella, incluso, como lector es dado a imaginar tal hermosura con tales descripciones, causando un goce estético único.

Tanto Diego de Carriazo hijo, como Tomás de Avendaño, fueron hasta cierto punto pícaros. No pasaron mil aventuras y desventuras como sucede comúnmente en la picaresca, pero bastó una que los sentenciara a su final con buen destino; que fue el haber escuchado la conversación de aquellos dos mozos de mula a la entrada de Illescas, el cual uno comentaba sobre la hermosura de aquella fregona que servía en la posada del Sevillano, y sin querer, desviarían su objetivo que era el  de llegar a la almadraba de Zahara para sin querer encontrar su destino que se encontraba en Toledo, y de alguna manera revivir el pasaje bíblico de El hijo pródigo, cuando don Diego y Don Juan encuentran a sus hijos.

Llama la atención el título de la Ilustre Fregona, se es dado a imaginar mil y un cosas con el dichoso título, pero rara vez alguna de esas ideas pueden trasladar a la imaginación a que se trata de una servidora en una posada de Toledo. No sólo era ilustre, era ilustrísima, pues se le describe como la mujer perfecta: devota, seria, hermosa, angelical, entre otras flores más; además de encerrar un misterio único.

Sobre las breves descripciones que Cervantes hace de Toledo no sólo lo pinta como poseedor de las más grandes mujeres, sino que también menciona algunos lugares representativos para ensalzar a la ciudad, como se menciona en el pasaje en que Carriazo y Avendaño planean la salida a el que era su objetivo: Conviene que mañana madruguemos, porque antes que entre la calor estemos ya en Orgaz.
-No estoy en eso -respondió Avendaño-, porque pienso antes que desta ciudad me parta ver lo que dicen que hay famoso en ella, como es el Sagrario, el artificio de Juanelo, las Vistillas de San Agustín, la Huerta del Rey y la Vega.

Finalizo este comentario no sin antes decir que no había tenido el gusto de leer alguna de las Novelas ejemplares de Cervantes, pero después de lo aquí disfrutado, no dudo en seguir teniendo el goce y disfrute de magníficas obras. Quizás no será la mejor, pero en lo personal me encantó y me gustó mucho la soltura con que Cervantes deja llevar el destino de la obra.

Una aproximación a La ilustre fregona de Miguel de Cervantes
ENRIQUE ALBERTO GARCÍA UGALDE

Algunos de los tópicos principales en el Renacimiento fueron la belleza, el amor y la mujer. Menciono esto, porque claramente podemos observarlos en la novela de Cervantes La ilustre fregona, aunque Cervantes lo aborda también de una manera irónica.

El ideal de belleza que plantea el arte renacentista como claro ejemplo tenemos las pinturas de Sandro Botticelli, Rafael y Ticiano, por mencionar algunos— está presente en las descripciones que se hacen  de Constanza:la buena señora parió una niña, la más hermosa que mis ojos hasta entonces habían visto, que es esta misma que vuesa merced acaba de ver ahora.”

También otro de los elementos provenientes del Renacimiento es el rechazo constante por parte de la mujer hacia el enamorado, en este caso el de Constanza hacia Tomás de Avendaño. Otro ejemplo similar son las Églogas de Garcilaso de la Vega. No obstante la diferencia es que al final de la novela cervantina, el  amor entre ambos llega a consumarse, cosa que no pasa con los personajes que Garcilaso nos presenta en sus Églogas.

Así pues, La ilustre fregona queda como un testimonio literario en el que la influencia renacentista está todavía muy presente, sin embargo podemos ver que el  autor mezcla los tópicos renacentista con la picaresca y con su particular estilo irónico y satírico, es decir, que hubo una adaptación del Renacimiento a la cultura y cosmovisión españolas que antes veíamos en Una hora de España de Azorín.

Finalmente, hay dos recursos significativos que utiliza Cervantes en su novela: uno de ellos es su figura como poeta la cual queda plasmada en los ovillejos que introduce en el texto, elementos que enriquecen ampliamente el cuento, son éstos una muestra de la capacidad de Cervantes para escribir versos; y el otro aspecto a resaltar son las referencias al carácter ficcional de lo que se cuenta: el narrador de la historia reiteradamente nos dice que lo que estamos leyendo es una visión ficticia de la vida, y con esto volvemos a los elementos renacentistas, que proponían una visión del mundo no como es, sino como debería ser.

Comentario de La ilustre fregona
SERGIO CUEVAS

Haciendo a un lado muchos aspectos no menos importantes, me interesó mucho cierto detalle que se aparece en el relato. A través de los tiempos y en distintas mitologías aparecen ciertos personajes con atributos idénticos a los de Constanza. Estos personajes solían ser hijos de Dioses, grandes guerreros o grandes reyes. Estos niños son siempre apartados de su verdadero hogar y terminan en manos de gente común y popular. En los griegos los ejemplos son bastos, pero en la mayoría de los casos los niños son ocultados por su ominoso destino como en el caso de Edipo y Paris, Dafnis y Cloe, entre  otros. En la mitología nórdica es Sigfrido quien es criado por el enano Mime de igual forma en que muchísimos de estos héroes fueron criados por familias adoptivas, Cristo pertenece a su vez a este grupo. En todas las historias, desde temprana edad los personajes se distinguen y se logra vislumbrar su condición noble y especial. Constanza es llamada ilustre y es un símbolo de los mejores valores que puede haber y resaltan más en contraposición con la Gallega y la Argüellos. Dentro de una sociedad común y vulgar, sus buenas maneras resaltan, no hay quién como ella, de ahí que todos estén enamorados de ella y nadie reciba de ella la menor atención, pues no son dignos y todos lo ignoran. Constanza es reconocida de igual manera que los héroes, aparece, como decía Propp, una señal que sirve para reconocer al héroe y en este caso son el pergamino y los trozos de cadena siendo en los otros casos prendas similares como la ropilla de  bebés o los zapatitos. Así pues, se justifican mitológicamente las cualidades de Constanza y la hacen capaz de contraer matrimonio con Avendaño mientras que Carriazo nunca sintió atracción debido a que era su hermana, y aunque lo desconocía, reaccionaba a un reconocimiento de sangre que impide el incesto. Cervantes pone al final la moraleja implícita no de un alto y trágico destino como el de los personajes míticos, sino que ese destino está en la superación personal a través del estudio y no en la vida del pícaro.

Comentario a “La Ilustre fregona” de Miguel de Cervantes
IVONNE SIRENIA GÓMEZ VERGARA

Antes que nada, agradezco los comentarios a la novela que tan amablemente nos ha proporcionado Don José Jiménez Lozano, pues nos señala algunos aspectos interesantes sobre la misma que me ayudaron a tener una mejor idea de la mención y crítica velada que se hacen acerca del  “Guzmán de Alfarache” de Miguel Alemán como cuando se afirma de Carriazo: “Finalmente, él salió tan bien con el asumpto de pícaro, que pudiera leer cátedra en la facultad del famoso Alfarache”; nos queda claro que Cervantes conocía la obra picaresca pues no duda en hacernos memoria de ella. Sin embargo, creo que hay diferencias considerables en este par de pícaros que son Carriazo y Avendaño puesto que, en este caso, no se trata de un par de pícaros que han nacido en medio de la pobreza y la marginación, de tal manera que la vida de pícaro es la que les lleve a sobrevivir en un mundo que les ofrece muy pocas oportunidades. Por el contrario, Carriazo y Avendaño son los hijos de dos señores importantes de una de las ciudades más reconocidas en España, además de bella y llena de historia, como lo es Burgos. Así que tenemos que Diego de Carriazo “llevado de una inclinación picaresca” se va de casa de su padre a los 13 años y se dedica a llevar una vida disipada y aprendiendo diversos trucos y artimañas simplemente por diversión. Con el tiempo regresa a casa de su padre, como el hijo pródigo que ha reencontrado el camino; pero al cabo de una temporada es movido de nuevo por sus inclinaciones y convence a Tomás de Avendaño para que corra esta aventura junto con él, así que engañan a sus padres de que irán a estudiar a Salamanca y terminan movidos por la curiosidad en Toledo, curiosidad que despierta en Avendaño el haber escuchado una charla sobre la Ilustre Fregona de la posada del Sevillano (ubicada en Toledo) que es tan hermosa como no hay comparación.

Los elementos están dados para desarrollar una historia amena, divertida, y con un hilo conductor que desemboca de manera que todos los personajes terminan felices y habiendo corregido el camino; otra diferencia de la novela picaresca tradicional, en la que el pícaro nunca logra romper con su condición de pícaro. Parece que aquí el pícaro en realidad sólo busca encontrar un momento de libertad en lo que a su vida (y sus responsabilidades como hijo de un gran señor) respecta pues los jóvenes protagonistas pretendes divertirse, pasarla bien y al final regresan a casa con sus respectivas esposas para desempañar el cargo al que están destinado de acuerdo a su rango de nacimiento.

Cervantes nos permite introducirnos en el mundo del siglo XVII mediante sus novelas y nos muestra historias mezcladas con su característico sentido del humor e ironía que se deja ver en el pasaje que nos relata el cómo Carriazo compra un burro que luego pierde jugando a las cartas, se las ingenia para recuperarlo y al final quedárselo, pero se hace acreedor de comentarios que hacen burla de su gran hazaña; verdaderamente, fue un relato que me hizo disfrutar y reír mucho por la manera en que se dan las cosas. Todo parecía indicar que a Carriazo nada le salía bien y que por uno u otro motivo, tenía enfrentamientos que terminaban con él en la cárcel. La historia nos deja claro que para Cervantes, es importante que haya una enseñanza de tipo moral en el mismo relato pues dado que Carriazo ha sido el orquestador de los engaños, pues es él también quién más padece las consecuencias.

Por otro lado, es clara la defensa que Cervantes hace de la lengua Española pues cuando el huésped de la posada descubre los poemas que Avendaño ha escrito para Constanza en el libro de cuentas de la cebada, inquieto los comparte con su mujer, a lo que ella afirma que no es poeta “pero ya sabéis vos que tengo buen entendimiento y que sé rezar en latín las cuatro oraciones” a lo que responde su marido “Mejor haríades de rezallas en romance: que ya os dijo vuestro tío el clérigo que decíades mil gazafatones cuando rezábades en latín y que no rezábades nada”. Finalmente, es Cervantes quién habla por boca del posadero.

Finalmente, se trata de una novela que se disfruta de principio a fin y que nos transporta a la España del siglo XVII, tan pintoresca y descriptiva como bien redactada para mostrarnos una crítica sutil y amena a la novela picaresca de la época; nos acerca a las costumbres en la vida de los españoles de aquéllos tiempos, gente con responsabilidades, rangos, hábitos y,  personalidades que se entrelazan a lo largo de la misma historia. Fue una lectura que disfruté de principio a fin.

¡Gracias!
ADRIANA DEL ROCÍO TORRES HERNÁNDEZ

Por habernos invitado a este banquete de tres tiempos en donde la entrada fue una sorprendente sopa fría de queso de cabra (Una hora de España). Con un sabor extraño al paladar mexicano que prefiere los quesos frescos. Poco a poco fui cuchareando y paladeando el sabor de la sopa hasta que logré reconocer la delicia en un texto  netamente español.

Después de la entrada llegó el plato fuerte, Las fundaciones de Santa Teresa, un cordero a la menta. De entrada pensé que me enfrentaba a  un platillo de difícil digestión pero, no pude sustraerme al olor que las hierbas aromáticas y las especies que sólo una mujer mística como Santa Teresa  nos podría ofrecer.

Y llegamos al postre, y como habría de negarme a degustar un crujiente de queso con higos al ron. Esta delicia de Burgos es el perfecto postre para acompañar a los buenos mozos de Carriazo y Avendaño. Es muy claro el estilo de Cervantes que trata de decirnos que lo que escribe lo relata otro personaje del que generalmente desconocemos su nombre. Por un momento recordé (y perdone la comparación) a Bella de la película, de los estudios Disney, La bella y la bestia. Para después pensar en la perfecta española que Azorín nos señaló. Aunque la novela no deja de ser una narración del género picaresco, me gustó la amenidad del lenguaje y la descripción de las andanzas de los mozos y el perfil del personaje femenino, que me parece muy bien tratado. Constanza deja de ser fregona pero como Cervantes siempre será ilustre.

“La ilustre fregona” de Miguel de Cervantes
MONSERRAT ACEVES AGUIRRE

Al comenzar la lectura de esta obra de Cervantes el primer obstáculo que me encontré fue, como dice don José Jiménez “la amplia utilización del lenguaje popular” que hace necesaria la presencia de notas al pie que si bien en ocasiones son realmente necesarios para entender tal o cual parte, en otras no lo son, puesto que no aportan mucho al contenido de la obra y sólo abarcan el espacio que bien merece tener el texto principal. Una vez superado el conflicto y la distracción que me generaban tantas notas, la lectura se iba agilizando y en ella encontré varios tópicos (a mí parecer) recurrentes en la escritura cervantina, por ejemplo la mujer bella, pura y llena de virtud que en este caso se representa en la figura de Constanza y que está presente en otros textos tanto de las Novelas ejemplares como del mismo Quijote. También el cambio de vida para lograr alcanzar el afecto de la mujer amada. En La ilustre fregona Avendaño decide convertirse en el mozo que mide la cebada en la posada del Sevillano sólo por estar cerca de Constanza, este tópico se repite en el Quijote, en la historia de la pastora Marcela, donde Grisóstomo se viste de pastor al enamorarse de Marcela:

Cuando los del lugar vieron tan de improviso vestidos de pastores a los dos escolares, (Grisóstomo y Ambrosio) quedaron admirados, y no podían adivinar la causa que les había movido a hacer aquella tan estraña mudanza. […]Después se vino a entender que el haberse mudado de traje no había sido por otra cosa que por andarse por estos despoblados en pos de aquella pastora Marcela que nuestro zagal nombró denantes, de la cual se había enamorado el pobre difunto de Grisóstomo

También el mesón o posada como centro de la acción es muy importante puesto que es en este lugar donde se reúnen  personajes de distintas clases sociales, así como sucede en la venta del Quijote.

Por último, en cuanto a la novela picaresca, esta relación que se planteaba al inicio de la obra cuando dice que,  Carriazo “salió tan bien con el asumpto de pícaro, que pudiera leer cátedra en la facultad al famoso Alfarache”, se disipa puesto que no hay una figura del pícaro como tal , no hay autobiografía, y la inserción de una historia de amor hacen que ni por la forma ni por el contenido La ilustre fregona sea una novela picaresca aunque tenga ciertos elementos que la relacionan con ella.

Comentario a “La ilustre fregona” de Miguel de Cervantes Saavedra
JANETTE BEATRIZ CHÁVEZ PLASCENCIA

Miguel de Cervantes vivió en una época en la cual abundaban los grandes poetas en España y, en general,  enormes intelectuales y artistas cuyos nombres han perdurado hasta hoy; no por poco, a esta época se le denomina Siglo de Oro. Este periodo coincide en sus inicios (sin ser fortuito este coincidir) con el “descubrimiento” de América en 1492 y con todo el periodo del poderío de España como la gran colonizadora del nuevo mundo.

Ahora bien éste cambio de paradigma en cuanto a la concepción del mundo a los ojos de un europeo, trae consigo una cierta inestabilidad emocional que logra reflejarse muy bien en la literatura.

Frente a esta afirmación, menester es que haga una distinción: si bien había escritores –como Quevedo- que demuestran abiertamente sus sentires con arte y brillantez, aún cuando éstos no fueren tan discretos como debieren, los artistas en general –sin excluir a Quevedo- debían ceñirse a reglas rígidas que correspondientes a su tiempo y que, como toda regla, limitaba el campo de expresión de los intelectuales, sin mencionar la censura política, social y moral siempre latente.

En este sentido nos encontramos a Cervantes, autor que logra evadir todos estos obstáculos para mostrarnos un código ético y una concepción del mundo que, resulta anticuada aún para su propia época. Seguramente no es el único que lo logra y, definitivamente, a lo largo de las lecturas que he hecho, las clases que he tomado y los comentarios de éste proyecto, me he dado cuenta que la Santa Inquisición y que, en general, la España de esas épocas tiene más matices de los que percibía y que por tanto, la ley no era tan firme para todos, de ahí que no cesara el flujo de vida intelectual de ese tiempo.

Pero, concentrándome en Cervantes y en La Ilustre Fregona me gustaría hablar acerca de la concepción de amor que nos brinda el autor en esta obra y en general  a lo largo de toda su obra. Cervantes, en efecto, entiende el amor como en el Renacimiento italiano, como el Dolce Stil Novo, en donde el Amor es tan poderoso y tan maravilloso que puede mover las esferas.

Amén de las implicaciones ontológicas y epistemológicas que su concepción de Amor conlleva, Cervantes nos propone un tipo de ser humano, totalmente dignificado y honorable, pues sólo así es capaz de sentir y ser merecedor del Amor así visto. Por ello convierte a Tomás de Avendaño de, un hombre que descarrila su camino en pos de la aventura, en un siervo que humilla su linaje trabajando en una posada con el propósito de estar con su amada Constanza. Aquí, puede verse claramente que el amante se convierte en fiel servidor de la amada, a quien respeta y honra más que a su propia vida, tal y como ocurre en el amor cortés. Así también, puede verse el contraste entre las gallegas que buscan el amor de Tomás y Diego, y Constanza, ya que las primeras por sus maneras poco discretas fracasan en su intención de realizar su amor, al contrario de Constanza que se distingue por su pureza.

Puede criticarse mucho el desenlace que le da Cervantes a la novela, en el cual no hay castigo para el padre de Constanza, debido a que violó a la madre de ésta. No obstante, hay que tener en cuenta que Cervantes, lo que intenta es dar un énfasis a ciertos detalles dentro de sus novelas ejemplares, en las cuales siempre hay un tópico a tratar, el cual, en este caso, es la manera de amar de Tomás.

“La ilustre fregona”. Novelas Ejemplares. Miguel de Cervantes
CARLOS ARMENTA RODRÍGUEZ




Al terminar de leer “La ilustre fregona”, quedé convencido de la genialidad de este hombre de la mano paralizada. No obstante, cuando estaba decido a redactar mi comentario, sucedieron algunas cosas por demás interesantes. Primero, un profesor con el que tomo mis cursos de lengua portuguesa, al ver que traía conmigo un libro de Cervantes, me preguntó por qué Cervantes es tan importante para la literatura. No supe que contestar, en primer lugar porque voy en los primeros niveles y mi portugués es pésimo, en segundo porque es una pregunta ­–según yo– que no se debe tomar a la ligera. Por supuesto que después, con la ayuda de un diccionario portugués-español, pude más o menos articular un argumento. El resultado fue el que podemos encontrar en mucha de la crítica con respecto a Cervantes; resaltando su ironía, genialidad y su innovación narrativa; señalando su obra como un derrotero del resto de la literatura española que su titánica obra engendrará.

Sin embargo, antes de realizar este comentario en mi aula, estuve buscando información en varios libros. Fue así como me topé con el muy famoso Curso sobre el Quijote de Nabokov. Es un libro peculiar, y un poco indignamente para mí, debido a las opiniones de Nabokov con respecto a Cervantes que no tiene mucho caso comentar aquí. El asunto central es que en estos apuntes que lleva a cabo el autor de Lolita, hay una sola cosa en la que estuve de acuerdo, la humanización del autor: antes de considerar a Cervantes como un genio, es importante considerarlo como un hombre.

Estos dos aspectos, aunque fuera del texto a leer, hicieron que mi lectura cambiara en una medida considerable ¿por qué razón? Para la interpretación del texto de Cervantes, sin duda alguna, el receptor puede estar condicionado por estos dos principales enfoques, uno que puede llegar a mitificar, por un lado, y el otro que intenta dar cuenta del Cervantes de carne y hueso, por otro lado.

En el comentario de Santa Teresa, afirmé que el libro de Las Fundaciones podía leerse como un libro de aventuras. Ahora voy más allá: con la suficiente imaginación cualquier libro es un libro de aventuras. Novelas Ejemplares es una obra de muchas aventuras, de aventuras de todos sabores y colores que suceden en toda la extensión de la España de Cervantes. Esta obra es un mosaico de aventuras italianas, cortesanas, picarescas, bizantinas, etc. Todas estas aventuras son relatadas por el enfoque cervantino con respecto a cómo se novela, llegando al punto de ser casi una interesante reflexión que el autor tiene con respecto a la ficción y la literatura. Así, este mosaico resaltará al Cervantes humano que vivió entre apuros económicos, que recorrió España, que fue preso en Argel, que visitó Italia, que conoció el matrimonio, etc. Todos los aconteceres que pasó para convertirse en el genio que la crítica señala. Quizá por eso convenga ahora acortar el abismo entre los dos enfoques que propusimos, para que queden yuxtapuestos, para señalar que los límites entre ellos son borrosos. El genio es el hombre y viceversa.

Con lo que respecta a “La ilustre fregona”, me ha parecido una especie de sistema narrativo bastante complejo, realizado por un hombre de suma inteligencia, pues bien decía Lope de Vega en su dedicatoria a la señora Marcia Leonarda dentro de su primera novela Las fortunas de Diana que “[…] también hay libros de novelas, de ellas traducidas de italianos y de ellas propias en que no le faltó gracia y estilo a Miguel Cervantes. Confieso que son libros de grande entretenimiento y que podrían ser ejemplares, como algunas de las Historias trágicas del Bandello, pero habían de escribirlos hombres científicos, o por lo menos grandes cortesanos, gente que halla en los desengaños notables sentencias y aforismos”.

¿Cómo funciona este supuesto sistema? En primera instancia Cervantes nos propone el género de la picaresca, tan de moda en la época y nos introduce al pícaro de apellido Carriazo que será nuestro centro narrativo, pues es él quien invita a Avendaño a buscar la vida de pícaro. Ahora bien, aquí podemos señalar que esta picaresca es la picaresca cervantina, ya que poco corresponde a los modelos picarescos de la época. Por su parte, Avendaño sólo tiene la única función de enamorarse de nuestra ilustre fregona, hecho esto, pasará a segundo plano y será Carriazo quien continúe con los motivos de la narración.

Así, Carriazo será el núcleo de nuestro sistema narrativo y Costanza y Avendaño, son nuestros satélites, que como su nombre puede suponer, giran alrededor de Carriazo: debido a Carriazo Avendaño se vuelve a esta vida pícara cervantina, debido al descubrimiento de Carriazo por parte de su padre se descubre también a Avendaño.

El final de la novelita, como algunas otras historias en las Novelas Ejemplares, acabará en un matrimonio y un típico final feliz, que usted Don José ya nos comentaba.

La inteligencia de Cervantes al poner cada cosa en su debido lugar, es prácticamente indiscutible. Es en su obra pues, donde encontramos esta genialidad y a la vez lo humano de un hombre que perfectamente puede hablarnos de tantos lugares en España, de tantos infortunios de la pobreza, del matrimonio y sin fin de cosas. Cervantes, con toda su fama que se nos da de antemano a la lectura de la obra, nunca nos defrauda.

Comentario de la novela ejemplar “La ilustre fregona” de Cervantes
IRMA BAÑUELOS ÁVILA

Como usted señala, las novelas ejemplares no han corrido con la mejor de las suertes, pienso que ello se debe a que siempre han sido comparadas con el intocable “Quijote”, no obstante y como usted también lo apunta creo que Cervantes se dejó llevar por la censura de su época, de los estereotipos que marcaban  su tiempo y su sociedad, no podía entonces ser Constanza “la ilustre fregona” otra cosa más que hija de una buena familia, de otra manera su matrimonio con Tomás habría sido inaceptable.

Me queda, desde luego, cierto desasosiego al ver los senderos que toma Cervantes para terminar la novela, “¿qué lo llevó a tomar esa decisión?" seguramente la necesidad de aceptación y reconocimiento.

Fundamental me parece, desde luego, su comentario acerca de que Cervantes nunca se dejó llevar por la “corriente de su tiempo”. Muchas veces se me ha preguntado por el personaje del pícaro en el Quijote y yo siempre he dicho (tal vez aventuradamente) que, para empezar, el topos por donde se mueve el Quijote no es el preferido de los pícaros y, después, que a Cervantes no le interesaba la picaresca y por lo menos esto último lo creo firmemente, pues aún aquí, donde todo indicaría que vamos a leer una historia de pícaros, ésta es sólo un pretexto para contarnos una historia de amor.

El aspecto lingüístico es también para mí muy interesante, creo que desde América es más sencillo leer a Cervantes; hemos conservado el sentido de muchos de los vocablos, los podemos escuchar todavía en la gente de los pueblos, en nuestros padres o abuelos; estoy de acuerdo con usted en que la insistencia en querer trasladar el lenguaje de Cervantes a un lenguaje “moderno” entorpece la lectura y la llena de explicaciones innecesarias que no dejan leerla, que no dejan disfrutar de ese agradable y natural sabor insípido de la leche o el pan del que habla Bataillon (gracias por la cita, es hermosa).

En fin, Cervantes supo, es verdad, “tocar la gloria y la llaga de la naturaleza trunca del destino humano” a través de su literatura, pero lo hizo como usted acertadísimamente señala: guardando el sentido de la dignidad humana.

La Ilustre fregona de Miguel de Cervantes
SERGIO FREGOSO

Con Azorín, sobrevolamos España y rozamos sus matices, conocimos al padre de don Quijote y nos hallamos frente a la mística. Al reencontrarnos con Santa Teresa, recorrimos los caminos hacia Toledo, Valladolid, Sevilla y Salamanca, y fuimos testigos de la convicción de su fe. Se acerca el final de este recorrido, y ahora toca Cervantes, un viejo conocido. ¿Quién mejor que él para llevarnos hasta las entrañas del Siglo de Oro español?

“Yo no creo que el escritor sea alguien aislado de los otros y singularizado por el genio y el talento. -decía Antonio Muñoz Molina en una entrevista- El escritor, más bien, es el que más se parece a cualquiera, porque es aquel que sabe introducirse en la vida tan intensamente como vive la suya.” Esta capacidad de observar lo que ocurre alrededor es inherente a Cervantes, es un observador nato. Aunque los críticos no aseguran a ciencia cierta que Cervantes haya reflejado en sus obras sus vivencias, sí alaban el realismo con la que se representan. En la Ilustre fregona, podemos observar prácticas, tradiciones y creencias propias de la época. Él es capaz de representar la cultura que lo rodeaba sin dejar de lado su ingenio literario; nos lleva hasta el atrio de Santa María de Toledo y podemos ver, a través de sus palabras, a Diego Carriazo y a Tomás Avendaño.

Las aventuras de estos dos amigos retoman una constante en la literatura del Siglo de Oro: la picaresca. No obstante, el motivo por la cual Cervantes representa al pícaro es totalmente diferente al de las obras picarescas más estudiadas. En El Lazarillo de Tormes, el autor anónimo lanza una crítica a las instituciones que gobiernan la sociedad española de 1554. Del mismo modo, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán busca moralizar a sus lectores a través de la vida frustrada de su pícaro. Cervantes, por si lado, retoma la imagen picaresca como un motivo para escribir. El hecho de que Diego de Carriazo y don Tomás Avendaño decidan desprenderse de su familia y de su vida como miembros de la clase alta para vivir como pícaros, es una motivación excelente para escribir, porque es una historia perfectamente verosímil. De cierto modo, los dos amigos se desdoblan y renacen como Lope Asturiano y Tomás Pedro, los pícaros, que a través de astucias buscarán una vida hedónica. La escenificación será la ciudad de Toledo y podremos encontrar aspectos culturales propios de la época que contribuyen al realismo que le adjudican a Cervantes. Por ejemplo, la inclusión de cantos y fiestas populares, la peregrinación de la madre de Constanza para “mejorar su salud”, en un momento se menciona que don Diego se convierte en aguador para que no lo acusen de mendigar (porque los mendigos eran expulsados de las ciudades), etc. 

El recorrido hacía las almadrabas, este paraíso terrenal, se verá frustrado por el amor de Tomás Pedro por Constanza. Cervantes presenta una concepción idealizada del amor: “Yo la quiero bien, y no con aquel amor vulgar con que a otras he querido, sino con amor tan limpio, que se extiende a más que a servir y a procurar que ella me quiera.” Esta visión platónica también será retomada en El Quijote, con amores como los de Dorotea y don Diego, Luscinda y Cardenio o Basilio y Quiteria. Cervantes plantea un amor desmesurado y obsesivo, que vaticina un final trágico (que sí los hubo, como el de Grisóstomo y Marcela) por no ser correspondido de alguna manera. Sin embargo, por una serie de acontecimientos, que permanecen en lo verosímil, el amor llega a consumarse: un final feliz. Del mismo modo se organiza la historia de amor entre Avendaño y Constanza, aunque quizás este amor desmedido emane únicamente del protagonista y don Periquito, ya que la fregona se muestra impasible frente a esta circunstancia. Quizás esta frialdad resalte la concepción de un amor imposible.

Por otro lado, la historia de Constanza es fascinante. En cuanto sabemos que el huésped no es en realidad el padre de la fregona el suspenso se mantiene hasta las últimas páginas, en donde se produce este efecto catártico. Como nos comentaba don José Jiménez Lozano, quizás este final feliz se vea un poco forzado. Al final, interviene la fuerza de la sangre (noble) para unir a las parejas.

Por último, me parece interesante la construcción de La ilustre fregona. Empezamos con la historia de don Diego de Carriazo hijo, que de cierto modo provocará la transformación de los dos amigos en pícaros y sus aventuras en Toledo, una nueva historia. Dentro de esta historia, en otro nivel, la historia de de Constanza, que a su vez pondrá fin a las historia principal. Me parece fascinante la estructura con la que procede Cervantes, no por nada lo bautizaron como padre de la novela moderna.