Este Taller de Lectura lo organizan la Junta de Castilla y León (Consejería de Cultura), la Universidad de Alcalá (Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Relaciones Institucionales) y la Universidad de Guadalajara, con motivo de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, México, que tiene a Castilla y León como invitada de honor en 2010.




martes, 9 de noviembre de 2010

Comentarios a la Lectura de Teresa de Avila

Unos renglones sobre “El Libro de las Fundaciones”
ENRIQUE CASILLAS PADILLA

Siempre os informad, hijas, de quien tenga
letras, que en éstas hallaréis el camino de la
 perfección con discreción y verdad.
(Santa Teresa de Ávila)
I.
En la misma tónica de “Una hora de España” de Azorín, donde se nos presenta un vivo cuadro de la vida cotidiana de los diversos espectros de la gran España del siglo XVI, recorriendo veredas, palacios, ruinas, conventos y e idílicos paisajes pastoriles, en este caso nos encontramos con un ícono más de la vida española de ese siglo: Teresa de Ávila (o Santa Teresa de Jesús), quien, desde las autobiográficas líneas de esta especie de diario de monja, nos lleva por entre los caminos de España bajo la dirección de su mística y de una visión expansiva de su orden en pos de responder a las necesidades de la contrarreforma puesta en marcha en el Concilio de Trento.
Así pues, esta es una visión complementaria del texto anterior leído en el marco de este acercamiento lector a España; es una presentación in extenso de las acciones de esa figura que, como dice don José Jiménez Lozano  en su primer acercamiento a “Las Fundaciones”, ya aparecía en el libro de Azorín, y que si bien éste es anterior al otro, ha sido atinado el orden propuesto, pasando de una mención liviana y general a una observación profunda, desde la intimidad de las propias letras. Así pues, no queda más que observar que es un recorrido por el mismo siglo, pero desde otro punto de observación, igual de rico e ilustrador, que nos permitirá  acercarnos a una hora religiosa de España, a una narración del propio tiempo hecho por una de las plumas más importantes del siglo y sobre todo una de las personalidades más atrayentes y conocidas por todos los grupos sociales, ora como religiosa y mística ora como escritora atractiva por mérito de sus letras.

II.
Un libro en que se encuentran las manifestaciones más importantes de la contrarreforma del gran bastión católico europeo: el imperio español.

Por un lado se encuentra la razón de la contrarreforma impresa en un par de menciones en los capítulos III y XVIII: los luteranos, quienes, entre otros escindidos, debilitaban a la Iglesia Católica haciendo que esta perdiera adeptos de manera aparatosa, lo cual sin mucho profundizar, representaba un riesgo de graves fracturas en todos los sentidos. De esa manera Santa Teresa de Jesús ofrece como una de las más sentidas razones para su nomadismo fundacional ese deseo espiritual de resarcir el daño del protestantismo a través del gozo de instaurar iglesias en supleción de las perdidas en manos de los luteranos.

Por otro lado y  como fundamento doctrinal de las acciones de la monja de Ávila, se encuentra la mención del Concilio de Trento (1545-1563) en el capítulo XVII, con lo que nos ofrece un guiño sobre los porqués de sus acciones, dado que fue en ese concilio donde, como respuesta a la Reforma protestante, se pedía a las diversas órdenes una vuelta a los orígenes espirituales –como tan recurrente es en las letras teresianas- y una vigilancia piadosa de la vida espiritual, todo supeditado, más o menos veladamente, como sugiere el capítulo XVIII, a fomentar la obediencia y otros valores más que aseguraran la donación plena a la fe cristiano-romana.

Junto con todo esto, la constante mención de la orden jesuita redondea esa observación cuidadosa contenida en el libro sobre las motivaciones religiosas que movían a España a actuar.
Todo lo anterior pasa desapercibido en el libro de Azorín, pero es el centro de éste libro y es el centro en muchos sentidos de la vida política, cultural y religiosa de la España de ese siglo.

III.
San Juan de la Cruz, fraile, místico y escritor, se encuentra perfilado en este libro, el dicho sacerdote carmelita que recurrentemente se menciona será uno de los sostenes de la monja Teresa de Ávila desde la reforma por ésta propuesta allá por 1568.

Del padre fray Juan de la Cruz ninguna prueba había menester, porque aunque estaba entre los del paño, calzados, siempre había hecho vida de mucha perfección y religión […]El era tan bueno, que al menos yo podía mucho más deprender de él que él de mí […]  (cap. XIII)

IV.
Teresa de Ávila, la monja, ideóloga y fundadora que fue nombrada santa por la Iglesia Católica es considerada una mística, una mujer con un contacto íntimo y cotidiano con Dios, y esa es la razón principal de ese mote elogioso en su religión; esta configuración mística está plasmada en el libro que nos ocupa de una manera muy compleja, ya que, partiendo de lo menos evidente, el hecho de hacer de su propia vida una oración como se manifiesta cuando afirma que sus acciones, dolores y pesares son un don para Dios ya comienza a configurar su identidad, pero lo interesante es como a través del texto, con sus narraciones fantásticas acerca de arrobamientos donde Dios le dice qué hacer, cómo actuar o sus divinas opiniones sobre tal o cual persona, se perfila hacia la intimidad con lo divino que ya en otros de sus libros profundizará.

Lo más interesante es que como monja-escritora coherente, otorga la autoría de todo su trabajo fundacional a su Dios, de incoherencia  no se le podrá acusar.

V.
Quizá no sea literariamente, en términos formales, donde esté la mayor valía del texto propuesto, y no lo tiene porque no pretendía ser una obra literaria como lo es  “Una hora de España” de Azorín, sino que es el valor documental el que pesa más en la balanza, pues no es más que un informe íntimo, cronológico y sin afanes de innovación lingüística ni artística, de las acciones realizadas entre fundación y fundación de esos conventillos que la llevaron por gran parte de esa España contrarreformista del siglo XVI.

Comentario sobre Las Fundaciones, de Santa Teresa de Jesús
ERIKA PETERSEN O´FARRILL

En las siguientes líneas, quisiera centrarme en dos aspectos: por una parte, la prominencia de Dios para Santa Teresa de Jesús; y, por otra, la naturalidad con la que Santa Teresa introduce lo sobrenatural en su texto.

En relación con el rol decisivo de Dios en la vida de esta santa, en primer lugar, es importante mencionar que la ubicación temporal de los acontecimientos de Las Fundaciones se realiza con respecto a alguna celebración de carácter religiosa: “Día de Ramos, año de 1568, yendo la procesión del lugar por nosotras … fuimos a la iglesia del lugar” (p. 5) y “Pues habiendo —luego que se fundó la casa de Toledo, desde a quince días, víspera de Pascua del Espíritu Santo— de acomodar la iglesia” (p. 18).

En este mismo orden de ideas, como se aprecia en distintos fragmentos, de acuerdo con Santa Teresa de Ávila, todo sucede por voluntad de Dios. Así, tras conseguir una casa para fundar el monasterio de San José en Medina del Campo, Santa Teresa menciona: “Todo lo iba disponiendo el Señor.” De igual manera, la santa atribuye a la voluntad divina el hecho de que el padre fray Domingo no vea las terribles condiciones bajo las cuales se encuentra la casa donde se fundará el monasterio anteriormente señalado: “Parece que el Señor había querido se cegase aquel bendito padre [fray Domingo] para ver que no convenía poner allí Santísimo Sacramento.” (p. 2)

La importancia de Dios en la vida de la Santa se refleja también en las constantes comunicaciones que ésta mantiene con el Señor. Después de la muerte del caballero que había prometido donar una casa para la fundación del monasterio de Valladolid, Dios se comunica con Santa Teresa para informarle sobre el estado del alma de dicho caballero, así como para comunicarle lo que debe de hacer para conseguir la salvación del alma de este hombre:

Díjome el Señor que había estado su salvación en harta aventura, y que había habido misericordia de él por aquel servicio que había hecho a su Madre en aquella casa que había dado para hacer monasterio de su orden, y que no saldría de purgatorio hasta la primera misa que allí se dijese, que entonces saldría. (p. 6)

El fragmento anterior nos introduce al segundo aspecto que trataré en este comentario: la naturalidad con la que Santa Teresa mezcla lo sobrenatural con la realidad. Como vimos en la cita anterior, para Santa Teresa de Jesús, escuchar la voz de Dios no es considerado como un acto extraordinario, sino como un acontecimiento cotidiano; de hecho, esta santa toma sus decisiones diarias con base en sus conversaciones con el Señor. Los milagros tampoco son motivo de asombro para Santa Teresa de Ávila:

Viniendo el sacerdote adonde habíamos de comulgar, con el Santísimo Sacramento en las manos, llegando yo a recibirle, junto al sacerdote se me representó el caballero que he dicho [el caballero que donaría la casa de Valladolid], con rostro resplandeciente y alegre; puestas las manos, me agradeció lo que había puesto por él para que saliese del purgatorio (p. 6).

El cumplimiento de lo dicho por Dios durante sus comunicaciones fortalece la firme creencia de Santa Teresa en el poder del Señor para disponer de la vida y del alma de los hombres.

Finalmente, cabe comentar que esta unión de lo sobrenatural con lo natural se observa en la constante mención de la presencia del diablo en el mundo. El demonio no es presentado como un ser alejado de los seres humanos, sino como uno que interviene de forma frecuente en sus vidas, obstruyendo la realización de las obras que agradan al Señor: “Ellos no sabían para lo que era [la casa], que de esto traía yo grandísimo cuidado … porque ya tengo experiencia lo que el demonio pone por estorbar uno de estos monasterios.” (p. 21)

Las Fundaciones – Santa Teresa de Jesús
SERGIO FREGOSO SÁNCHEZ

Es hora de seguir este recorrido por España. A partir de ahora, nuestra guía será Santa Teresa, que ya nos había presentado José Martínez Ruiz, y quien nos introducirá a la visión religiosa del siglo XVI. Para comprender el porqué de Las Fundaciones, quizás habría que recordar dos momentos históricos que trazaron el camino de la Iglesia católica: el nacimiento del protestantismo y la contrarreforma. Lutero, al poner en duda la autoridad del Papa y al condenar las prácticas y las doctrinas de la Iglesia, puso en entredicho la fiabilidad del catolicismo. Para recuperar la confianza de sus fieles y detener el avance del protestantismo, la Iglesia debía de reestructurarse, y es ahí cuando entra la contrarreforma del Concilio de Trento.

De cierto modo, Santa Teresa y San Juan de la Cruz serán los protectores del espíritu al ser los máximos representantes del misticismo. Ambos se dieron a la tarea de fundar una fe basada en la humildad y el sufrimiento a través de la literatura y la expansión de la orden de los Carmelitas Descalzos. Todos estos aspectos e ideales se verán reflejados en Las Fundaciones que, de alguna manera, son un testimonio de la fe del momento.

El hecho de hablar de testimonio, nos obliga a pensar en un documento de carácter más histórico que literario, y si bien es cierto que el texto de Santa Teresa explica el cómo y el porqué la fundación de conventos y monasterios, también podemos hablar de cierto esfuerzo literario. No encontraremos la misma maestría de las palabras ni el mismo éxtasis que en Las Moradas, pero sin duda hallaremos rastro de ellas.

En este texto, Santa Teresa se esfuerza por hacer una labor narrativa. Nos cuenta cómo fundó cada convento de su orden, qué problemas tuvo, nos transmite sus pensamientos y sus creencias; nos transporta a su mundo y, de cierto modo, es un mundo que ella está creando. No obstante ¿por qué la opinión general de Las Fundaciones se inclina hacia un testimonio histórico? Será por la viveza de la narración y la inclusión de gran cantidad de fechas y nombres. Asimismo, encontramos muchísimas costumbres y pensamientos de la época. Por ejemplo, la importancia de la pureza de la sangre. Teresa de Layz, quien protagonizó un milagro, era hija de “padres nobles, y muy hijosdalgo y de limpia sangre”. La pureza de la sangre era importante en una España que había expulsado a moros y judíos de sus tierras.

Por otro lado, también hay referencias al protestantismo del que hablábamos en líneas anteriores: “ver una iglesia más, cuando me acuerdo de las muchas que quitan los luteranos: no sé qué trabajos, por grandes que fuesen, se habían de temer a trueco de tan gran bien para la cristiandad”. Estos elementos se conjugan para poder hablar de un testimonio histórico y, de este modo, se plasmaría la visión religiosa de la época. No obstante, es en este punto donde se pone entredicho el carácter histórico del texto, ya que no sabemos qué tan objetiva pueda ser Santa Teresa.

Sabemos entonces que este texto es estudiado en disciplinas literarias. Quizás sea por la inserción de pequeños relatos dentro de su historia, como el de la hija de doña María de Acuña, que abandonó su herencia por buscar su salvación. O de historias que se inscribirían en el plano fantástico como el milagro que protagonizó fray Antonio o el milagro ya mencionado de Teresa de Layz. Hablaríamos de este caso de un enmarcamiento de historias. Puede también se estudie como un ejemplo de género autobiográfico que sería redundante argumentarlo aquí porque es más que explícito, son sus vivencias.

Personalmente, creo que el verdadero esfuerzo literario de Teresa de Jesús radica en su intención por querer enseñar algo a través de sus experiencias. Si leemos con atención, ella asume que sus lectores son sus monjas, sus “hijas”. Por lo tanto, todos estos datos, estas reflexiones y experiencias son para que sus alumnas  sigan el camino correcto: “esta ha de ser nuestra divisa, si hemos de heredar su reino; no con descansos, no con regalos, no con honras, no con riquezas se ha de ganar lo que Él compró con tanta sangre”. A lo largo de Las Fundaciones, Santa Teresa está predicando las ideas del misticismo: vivir precariamente, sufrir y creer, siembre alabando a Dios, para así alcanzar la liberación del alma.

MONSERRAT ACEVES AGUIRRE

“¿Para qué quieren que escriba? Escriban los letrados que
han estudiado, que soy tonta y no sabré lo que me digo y
pondré un vocablo por otro, con lo que haré daño”

Por consejo del jesuita Jerónimo Ripalda y obligada por “el gran bien que es para un alma no salir de la obediencia”, Santa Teresa escribe sobre los siete monasterios que, después del de San José de Ávila, “acá por la bondad de nuestro Señor se han fundado”. Así pues, la santa se da a la tarea de narrar sus andanzas y peripecias fundadoras con un estilo sencillo y descuidado, es decir, escribe como habla, pues se debe, dice:

“mirar en la manera del hablar, que vaya con simplicidad y llaneza y religión, que lleve más estilo de ermitaños y gente retirada, que no ir tomando vocablos de novedades y melindres, creo los llaman, que se usan en el mundo, que siempre hay novedades. Préciense más de groseras que de curiosas en estos casos”.

Pero este estilo no demerita en absoluto su obra sino al contrario la enriquece, ya que Santa Teresa lleva el ascetismo religioso al nivel del lenguaje, puesto que evita toda gala al escribir, cuidando que su estilo no sea pesado e intentando abreviar “si supiere” con el fin de dar testimonio de las gracias que Dios le brindó durante su andadura. 

Acompañamos, como dice don José Jiménez Lozano, a Santa Teresa en la “revivencia de  sus viajes y acaeceres” y disfrutamos con ella esas “diversiones” que el Señor le ha hecho entender con la experiencia y que haría mal en no advertirlas como señala en el capítulo 19. Nos reímos al pensar en fray Antonio proveído sólo de relojes y no en qué dormir y nos acongojamos, o al menos yo, al reflexionar, al igual que lo hace la santa en la materialidad del mundo y es que como ya lo señalaba Menéndez Pidal “Santa Teresa propiamente ya no escribe, sino que habla por escrito; así que el hervor de la sintaxis emocional rebasa a cada momento los causes gramaticales ordinarios”.

Algunos recursos retóricos de la narradora
VÍCTOR ALFONSO RUIZ

Ya explicó José Jiménez Lozano las razones que tenía la monja para cuidarse de los duros juicios que sobre su ser amenazaban; es hora de revisar cómo es que se protege de la crítica. La narradora utiliza un recursos retóricos muy interesantes para evadir estas censuras a su condición de intelectual femenina; tales recursos son pues los de disminuirse ante sus lectores, ya alabando a los demás personajes que le rodean, ya diciendo de sí que sólo es una cierva humilde, ya excusando sus sentencias en la subjetividad del yo, etc. Si se eliminasen todos esos momentos en los que la narradora agacha la cabeza para no pasar por soberbia, bien se podría entender este texto como un libro de conquistas y batallas al estilo de los colonizadores españoles en América, sólo en este caso, en el ámbito espiritual.

Las Fundaciones
VÍCTOR MANUEL BAÑUELOS AQUINO

El libro de Las Fundaciones de Santa Teresa es interesante por muchas cosas, pero resalto un aspecto que ya habíamos visto con Azorín en Una hora en España, el que resalta el hecho de que España seguía atrapada en la Edad Media a finales del siglo XVI. A lo largo de toda la narración vemos como, en medio de un contexto europeo “antropocentrista”, España aun queda atrapada en un pensamiento medieval, esto lo vemos en la manera en que Santa Teresa habla del miedo y respeto a Dios, también en la manera en que habla del Demonio, como un implacable enemigo de la humanidad

A lo largo de los capítulos, Santa Teresa, describe los muchos lugares de España que visitó en su “nueva cruzada”, no solo los lugares, también describe a las personas éstas de muy distintos estratos sociales. Estas descripciones nos hacen recordar las crónicas de Julio Cesar (Comentarios de las Guerras de Galias) y las de Bernal Díaz del Castillo (Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España),  en especial con éste último, ya que de una u otra manera, Santa Teresa, nos habla de una “Conquista”, una conquista del alma, por hacer creyentes a muchos, una conquista para con las vilezas humanas. A través de los capítulos de Las Fundaciones, Santa Teresa nos dice todas las penurias de su Cruzada, de la miseria que pasa y del sacrificio que hace. También nos habla de la mezquindad de algunos de los hombres y mujeres que se hacían llamar “sirvientes de Dios” los cuales no predicaban con el ejemplo, como fue en el caso de algunas de las Carmelitas Descalzas, las cuales la detestaban porque abogaba por que se quitaran los privilegios de éstas, puesto que hacían la vida de convento pero con el apego a los lujos cotidianos. Hablando de los lujos y las cosas materiales, en Las Fundaciones, Santa Teresa, ya empieza a hablarnos de ese desprendimiento de las cosas materiales que la atan a la realidad mundana y no con Dios, éste tema lo retomara con fuerza en su obra maestra Las Moradas.

Como buena crónica de los hechos, Las Fundaciones, narran algunos acontecimientos de suprema importancia como el legendario encuentro de Santa Teresa con Fray Juan de la Cruz y la fundación de Los Carmelitas Descalzas.

Santa Teresa en sus viajes conoce muchas personas, y nos habla de ellas y sus historias. Esto a mi parecer hace un poco moralizante el texto, ya que nos habla de cómo algunos de estos personajes están bien con Dios por haberse desapegado de su avaricia o sus vilezas. En todo el texto, nos hablan de las virtudes, como en el caso de la esposa devota, que aun perdiendo a su marido puede salir adelante por amor a Dios, sin necesidad de buscar otros hombres. Siempre se ve enaltecida la virtud y repudiada la vileza, a la cual la ve como una actitud demoniaca (recordemos que habla de Dios y del Diablo como seres casi tangibles, presentes en la vida cotidiana). Inclusive es moralizante al hablar de si misma, ya que habla de cómo sale adelante en su difícil empresa a pesar de sus debilidades físicas, que no eran pocas.

Una vez más en éste texto vemos un poco de la historia de España, en un momento importante de su historia. Podemos ver como la Iglesia aun es parte primordial de la sociedad española a diferencia de el resto de Europa, se ve esa España anacrónica aun atorada en el Medievo, donde el miedo por el Maligno es cosa cotidiana y donde la Iglesia aun logra influenciar a la sociedad, utilizando como cabecilla de esta empresa a la campeona de la cristiandad, Santa Teresa de Jesús. 

Santa Teresa de Ávila. Fundaciones
CASANDRA ELIZABETH  GÓMEZ ALVARADO

Cuando leímos Azorín,  fue más que pasar una hora en España misma, fue dar un recorrido por ella misma, con magníficos saltos en el tiempo, y hermosos paisajes fotografiados por su pluma.

Esta vez, Santa Teresa; Capitana de los Reinos de España. Doctora Honoris Causa por la Universidad de Salamanca. Patrona de los escritores españoles. Alcaldesa de la Villa de Alba de Tormes. Doctora de la Iglesia Católica. Nos lleva a recorrer la España del S. XVI. Curiosa es la manera y empeño de la Santa Escritora, fundadora de las carmelitas descalzas, que pone en recorrer e ir fundando una tradición que a través del tiempo ha ido formando un imaginario de la realidad social, como es el catolicismo y sus Ordenes.

Teresa nos enseña un rico lenguaje, un español que fluye con las emociones y vicisitudes del viaje de la vida. He de reconocer que no me considero feminista mucho menos machista, si no que creo en la igualdad. Y al igual que Azorín, Santa Teresa desarrolla una literatura que ensalza al castellano mismo. «Veis aquí, hijas, las pobres Descalzas honradas de todos; que no parecía, aquel tiempo antes, que había de haber agua para ellas, aunque hay harto en aquel río. La gente que vino fue cosa excesiva».

Va formando figuras con su pluma, y creando un sentido histórico, social y literario que no solamente incumbe a España, sino que también a México, ya que somos el ejemplo de “sinergia” en cuestión de la tradición religiosa. Así que incumbiéndonos tanto a Españoles y Mexicanos. Notemos una pluma que relata las emociones y fuerza de nuestra Carmelita descalza. Pues en tiempo de dureza la literatura fue la catarsis perfecta que ahora nos heredó a todos, no importando nuestra religión, o región a la que pertenezcamos. Como he dicho antes, la nuestra unión España y México. Teresa nos recuerda un pedacito de pertenencia, de tradición, más no obstante es universal su literaturidad, pues son muchas las emociones de la propia vida las que en Fundaciones se exaltan.

Libro de las Fundaciones
ENRIQUE ALBERTO GARCÍA UGALDE

Al haber leído el Libro de las Fundaciones, rápidamente llega a mi mente la descripción que hace Fray Luis de León acerca de la obra de Santa Teresa. Esa “elegancia desafeitada” de la que habla el poeta fue claramente visible cuando empecé a leer el texto. Y al mismo tiempo me fue fácil asociar esa pureza y transparencia del lenguaje con la imagen misma de la autora y de sus actos: la sencillez de su prosa es comparable a la humildad y espiritualidad de su persona. Con Santa Teresa no hay espacio para la grandilocuencia ni el lucimiento personal debido a que sus intenciones iban más allá de su propio beneficio.

Otro aspecto a resaltar de las Fundaciones es el hecho de que todo este recorrido por el territorio español que emprendió Santa Teresa es fruto del espíritu humano. En esta obra, la presencia divina y religiosa no están tan presentes porque lo que verdaderamente destaca son los logros construidos a base del esfuerzo y trabajo de una persona. Y esto es algo que podemos ver claramente en la lectura: el arduo trabajo que era recorrer los caminos de España, tener que reparar las construcciones que estaban en ruinas para así poder fundar sus monasterios y enfrentarse a la autoridad (los Consejos).

A través de las Fundaciones, Santa Teresa de Ávila también nos permite adentrarnos dentro del contexto de la época. Vemos que hay fragmentos en los que hace una crítica a la sociedad de su tiempo cuando nos narra acerca de los impedimentos a los que constantemente se enfrenta. Y vemos que a fin de cuentas el apoyo que recibe viene muchas veces de gente que se encuentra en la pobreza.

Por último, la lectura de los diversos viajes y recorridos de Santa Teresa es muy vívida. A través de la prosa de la autora podemos transportarnos a la época y ser testigos de su larga travesía. Con la lectura también tenemos una imagen clara de Santa Teresa de Ávila y tal como Rubens supo retratarla en su pintura.

Santa Teresa de Jesús. Las Fundaciones
MARÍA TERESA MORA PARVUL

El libro de las Fundaciones nos relata el largo peregrinar de Santa Teresa de Ávila para conseguir conventos para su congregación. El motivo principal que moverá las fundaciones es el motivo religioso.

En su libro Las moradas, Santa Teresa nos dice que cada morada o aposento “tiene lindos  jardines y fuentes y laberintos”. Dentro de esta alegoría el laberinto, puede simbolizar el camino que lleva hacia dentro hacia lo espiritual y lo eterno, mientras que la parte que comunica hacia fuera conduce al alma hacia el mundo, pero si  se recorre con la mente y el corazón abiertos, nuestra existencia individual se ilumina con el sabor de lo universal y eterno. Pues bien el libro de Las fundaciones actúa como laberinto, ya que comunica lo terreno con lo divino, a través de la búsqueda de un lugar donde construir un convento, pero esto se logra cuando el poder divino mueve conciencias y corazón en ayuda de Santa Teresa ya que será ella quien peregrine buscando una morada.

En el  Capítulo 10.  En el que se trata la fundación de la casa de Valladolid. Llámase este monasterio la concepción de Nuestra Señora del Carmen, nos narra un episodio muy particular, pues Santa Teresa tiene  una visión sobre un hombre joven que sale del purgatorio y se le manifiesta a la Santa cuando recibe la comunión. “me agradeció lo que  había puesto por él para que saliese del purgatorio y fuese aquel alma al cielo”. La visión de la redención del alma a través del cumplimiento de un mandamiento lleva a Santa Teresa a pensar lo siguiente: “ Gran cosa es lo que agrada al señor  cualquier servicio que se haga a su madre, y grande es su misericordia”.

Se destaca en las fundaciones el valor de la vocación religiosa, misma que causa gozo a los familiares de los que han sido llamados al servicio de Dios “cuando el señor quiere para sí un alma, tienen poca fuerza las criaturas para estorbarlo” y para ejercer la vocación ministerial no es impedimento ser casada, como es el caso de la que sintió deseo de seguir a Dios estando casada “(porque no había venido a su noticia que siendo desposada podía ser monja, hasta que lo pregunto)”. Se trata pues de buscar siempre lo divino antes que lo mundano y perecedero.

Sin embargo no por querer alcanzar la divinidad quiere decir que no se pasara por sufrientes terrenos, como lo es el hambre y la pobreza. En el capítulo 15. En que se trata de la fundación  del monasterio del glorioso San José  en la ciudad de Toledo, que fue el año de  1569, se ve claramente la pobreza en la que se vivieron la congregación de Santa Teresa “¡qué hemos de haber, Madre!: que ya no parece somos pobres” . La pobreza no esta vista aquí como un castigo, sino como una forma de ejercer las virtudes.

El miedo también esta presente en la obra en el capítulo 19, “ y aun haber miedo, porque siempre los cuerpos muertos , auque  yo no lo he, me enflaquecen el corazón , auque este sola”. En este caso el miedo, no es visto como una forma de virtud sino más bien como una treta del maligno.

La mentalidad, costumbres y valores de la época se ven retratadas en el capítulo 20, pues se hace la distinción entre varones y mujeres, ya a través de un hijo varón se heredan posesiones y apellidos, mientras que con las mujeres se pierde esa gracia, sin embargo Santa Teresa le da otro sentido a las “posesiones” y cambia las terrenas por lo divino. “Como los que  del todo ignoran los juicios de Dios, no sabiendo los grandes bienes que pueden venir de las hijas ni los grandes males de sus hijos (…) ¡ cuántos padres se verán  ir al infierno por haber tenido hijos y cuántas madres, y también se verán  en el cielo por medio de sus hijas!” . Las hijas son pues instrumento de salvación pero se refiere a las que siguen el llamado hacia la vida conventual. Nuevamente la dicotomía Terrenal (Hijos) - Divino (Hijas).

Las fundaciones son también un recorrido por los bienhechores que ayudaron en la construcción del reino de Dios en la tierra es decir las casas conventuales, al recorrer por las diferentes ciudades en busca de almas piadosas que favorezcan la construcción del reino a través de la donación de casas o terrenos que casi siempre van acompañadas de actos piadosos de fe y redención.

Las fundaciones es más que el simple hecho de misionar y dar testimonio de fe y pobreza en el lugar donde se este; pues es también un acto para acercar a la conversión de los fieles a través de seguir el llamado. Santa Teresa nos lleva por ese laberinto para buscar una morada para su rey el salvador del mundo. El centro del laberinto son las fundaciones el equilibrio entre lo espiritual y lo terrenal.

Las fundaciones de Santa Teresa
ADRIANA TORRES

Toda crónica o relatoría sirve para un fin. En Las fundaciones de Santa Teresa encontramos, más que una relatoría, una crónica de gesta. En donde Santa Teresa nos muestra su habilidad de escritora consumada, ya que todo lo narra como testigo de vista. Al empezar la lectura la sintaxis hace que uno se detenga tratando de dar, para el lector de hoy, un orden “lógico” al texto. Avanzada la lectura la sintaxis deja de ser un problema y poco a poco el cerebro da sentido y significado a lo que va procesando.  ¡Qué cosa es la virtud, que más les agradó aquella pobreza que todas las riquezas que ellos tenían. Soberbiamente humilde Santa Teresa deja constancia de los objetivos que persigue y cómo, para llegar a esos fines, debe ser humilde y mansa sin aceptar por ello todo como una verdad absoluta. Aunque también resulta un tanto contradictoria ya que si bien promueve el no afanarse por las posesiones terrenales ella misma busca “poseer” más espacios que sirvan a su orden. Al leer los once capítulos seleccionados me fue imposible no pensar en Fray Bartolomé de las Casas y su Brevisima  relación de la destrucción de las indias, en donde el fin es defenderse de los ataques hechos por el cronista González de Oviedo. Así como en Las fundaciones queda claro que Santa Teresa “diplomáticamente” da a conocer los nombres de aquellos quienes ayudaron a la fundación de los monasterios y el servicio que estos han prestado a los lugares donde se ha tenido a bien acogerlos. El texto tiene un valor más que histórico (como bien lo dijo Don José) un valor literario por todas las exigencias retoricas del discurso de Santa Teresa, quien así nos transmite sus vivencias.  Sea por siempre bendito, amén; que no parece aguarda más de a ser querido para querer.

Comentario sobre Las Fundaciones de Santa Teresa
SERGIO CUEVAS

Usualmente las figuras históricas y religiosas y en fin, todas aquellas que son famosas, son transformadas de su realidad personal y extrapoladas a un nivel casi mítico. Teresa de Jesús es otro caso más de este fenómeno pero en Las Fundaciones vemos la mujer detrás de la figura santa. Se suele dotar de grandes valores a las personas que trascienden la historia no obstante se les priva de su humanidad. Teresa fue también una mujer religiosa, nada parecida con la imagen mítica de ella. La misión de fundar los conventos no es un trabajo realizado por una santa sino por una mujer que viaja y padece un sinnúmero de acontecimientos con los que se tiene que enfrentar con el fin de complacer no sólo a los seres terrenos sino al Dios en que cree.

El trabajo de fundar no resulta sencillo, Teresa tuvo que buscar los lugares adecuados a pesar de las complicaciones que enfrentó por distintas razones, ya sea por el dueño, el estado de la construcción y principalmente por los intereses de diversas personas. Pero a pesar de ello, Teresa no estuvo sola en su misión sino que recibió el apoyo y la ayuda de distintas personas cuya característica en común es la religión y la fe en Dios.

Hay que recordar que en esos momentos la religión era algo bastante serio y España era enteramente católica, por supuesto gracias a la expulsión de los árabes y judíos y las comunes limpiezas de sangre que tanto se efectuaban gracias a la inquisición. Era un momento de cristianos viejos e Hidalgos. Pero a pesar de ser esa la forma de pensar en aquel momento, Teresa no prestaba atención a esos asuntos, tal vez por ser descendiente de judíos, pero no creo que ese haya sido la razón sino porque los asuntos de la inquisición y de la limpieza de sangre no entraran dentro de sus preocupaciones, aunque en ciertas ocasiones mencione su desagrado por los turcos.

En cualquier caso, el objeto de sus viajes no involucraba tales menesteres sino crear más casas para Dios porque su lucha es contra el diablo: “El demonio debía estar tan enojado de la solemnidad que se había hecho y ver ya otra casa de Dios, que se quiso vengar en algo y Su Majestad no le dio lugar. Sea bendito por siempre jamás, amén.” Así pues, la lucha de Teresa de Jesús no es contra los judíos o turcos sino contra el demonio y su aportación a la causa divina de conquistar más almas para su reino y así enaltecer al Dios Único. Ahora en nuestro tiempo eso puede parecernos algo incorrecto, no obstante ese era el pensamiento del siglo y no puede culpársele por ello sino que debemos comprenderle.

Acerca del Libro de las Fundaciones
CARLOS ARMENTA RODRÍGUEZ
“[…] mas ahora, que vive en el cielo, la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas, y sus libros […]”
Fray Luis de León, fragmento de una carta.
Estimado Don José Jiménez Lozano,
Más que hablar de las características históricas, religiosas y literarias del Libro de las Fundaciones, creo poder decir con toda seguridad que me ha parecido –aunque sólo haya leído algunos capítulos– un libro fascinante, ameno y muy divertido. Es casi el libro de las aventuras de Teresa de Ávila, pues perfectamente puedo imaginarme a tan valerosa e inteligente mujer andando montada en su mula y recorriendo los malos caminos de España –como usted dice. Y es en este sentido aventurero que más me imagino a Santa Teresa y puedo perfectamente relacionarla con aquel hidalgo montado en su rocín buscando toda clase de aventuras dignas de un caballero andante. Puedo ir todavía más lejos con esta comparación: Santa Teresa nos cuenta en el Libro de su Vida de su gran afición por la lectura de libros de caballerías y de cómo debía esconderse de su padre para estar día y noche leyendo estos libros.
Ahora bien, es claro que las aventuras de Santa Teresa, además de ocurrir antes de la publicación del más famoso libro de Cervantes, superan la ficción, ya que Teresa cuenta una historia que en realidad sucedió, un montón de acontecimientos en los que verdaderamente se vio envuelta. Y justo en este punto, cuando se asume que lo que se lee son hechos reales, la lectura da un giro descomunal. Santa Teresa posee narrativa tal que nos pone delante de los hechos y nos hace casi participes de lo que nos relata, al borde de ser testigos de las conversaciones que Teresa llevaba a cabo con fray Juan de la Cruz.
Así, el lector puede construirse la visión de una mujer muy apegada a Dios y con gran sentido espiritual, pero al mismo tiempo, una mujer sumamente humana, hábil en las negociaciones y con objetivos tan claros que siempre son llevados a cabo. Pero además de mostrarnos su propio carácter, también nos ofrece su perspectiva de Juan de la Cruz: un hombre con vida de mucha perfección y religión.
También, mientras se lee a Santa Teresa, es inevitable recordar la lectura de Azorín y sobre todo el capítulo XVI. Como he dicho en mi primer comentario al respecto de Una hora de España, Azorín es hábil fotógrafo, esto es, sabe llevar a cabo descripciones muy ricas, mientras que Teresa lleva a cabo la tarea del periodista que al mismo tiempo es parte de la noticia que relata. Azorín nos ayuda a echar un vistazo al pasado de España, pero Teresa nos sumerge en este pasado a través de su prosa sencilla y trabajada que representa la acción pura, ya que Teresa va de aquí para allá y parece nunca estar quieta, apenas ha terminado su tarea en Medina del Campo cuando ya está de nuevo aventurándose en Malagón y entonces Teresa habla con parientes de duques, habla con clérigos, observa los lugares que mejor servirán para fundar un convento, manda cartas a su confesor, habla con Dios, se ríe del miedo de su compañera, etc.
Y aunque el Libro de las Fundaciones tiene gran contenido religioso, me es imposible no pensar que representa lo mundano, mientras que Las Moradas representa lo espiritual. Y ya que nosotros tenemos –como fray Luis de León– por único testigo sus obras, acceder a ellas es acceder al cotidiano espiritual y mundano de Teresa, que además conforman la literatura de una Teresa vista como autora y escritora, oficios fundidos al mismo tiempo con la religión y la espiritualidad.
No puedo decir más de mi lectura y espero, como dijera Santa Teresa “quiera el Señor, que atine a decir algo”.
Comentario a “El Libro de las Fundaciones” (fragmentos), de Teresa de Ávila
JANETTE BEATRIZ CHÁVEZ PLASCENCIA

La Teresa de Ávila que nos muestra Azorín en su “Hora de España”, no podía estar mejor retratada: nos describe a una Teresa totalmente humana, en consonancia con la Teresa de Ávila que nos refleja ella misma en su “Libro de las Fundaciones”.

Sin duda, Santa Teresa era una mujer bastante inteligente, pero sobre todo humilde; y no es que estas dos cualidades estén peleadas o que sean excluyentes la una de la otra, sino que a veces pareciera que cuesta trabajo tenerlas juntas en un mismo ser. Es ésta última cualidad la que destacaré de Santa Teresa, ya que define su estilo literario.

Cuando Santa Teresa nos habla de sus trabajos y viajes para fundar los pequeños Conventos Carmelitas, su discurso es muy íntimo, casi como si estuviéramos frente a ella. Podemos escuchar las modulaciones de su voz, sus risas, ver sus gestos y los movimientos de su cuerpo al relatarnos lo cotidiano de su extraordinaria vida. Este efecto se debe precisamente a la sencillez en el uso del lenguaje, cuyo recurso retórico es acercarse al habla cotidiana del lector, para que con ello éste logre identificarse y captar de manera completa el mensaje de la religiosa.
El estilo del texto bien puede compararse al estilo epistolar, en donde cada lector se convierte en un destinatario al que la monja siente muy cercano. Así, podemos acompañarla durante sus momentos de angustia, de molestia, de dolor o de risa. Momentos en los que ella revela a una mujer de corazón bueno, con defectos que solo quienes tienen su condición son capaces de describir con tanta sencillez y sinceridad.

En estas “cartas” que la religiosa nos manda, hay también buena parte de reflexión y dialogo con ella misma, en el cual participamos sólo como testigos, como si escucháramos lo que ella piensa mientras está sentada frente a nosotros a la luz de una ventana. Esto se entrevé cuando, generalmente al final de un capítulo, hay una evocación a Dios, o bien habla acerca de alguna flaqueza propia.

Me parece que el aspecto más importante que se desprende de la humildad de la monja es la forma de vida que propone, el cual se basa en una ética muy bella y elevada.

Santa Teresa nos sugiere que todo ser tiene posibilidad a la salvación, siempre y cuando encuentre un camino adecuado para sí. Quizá en este punto se me pueda cuestionar ese “todos”, pues hay que recordar que ella profesaba la religión católica y que además pertenecía a una orden religiosa. No obstante, a pesar de las restricciones que estas características puedan traer, hay que detenernos a pensar en la concepción del mundo que tiene una mujer dedicada a sus ideales y sobre todo a su fe.

En este sentido, no cabe duda que ella habrá sido influenciada y afectada –como bien nos lo dijo Don José Jiménez Lozano- por las ideas y las persecuciones de la Inquisición, y como para todos y cada uno de los españoles de su época, los lazos familiares podían ser un problema –yo diría que siempre lo han sido, y lo seguirán siendo-. En este contexto asfixiante, en el cual la imposición autoritaria de una doctrina y los aspectos más bajos de la naturaleza humana se unían para hacer la vida en sociedad mucho más difícil de lo que ya de por sí es, resulta complicado para cualquiera poder escaparse al cien por cien de todo ello y pelear por declarar una igualdad ecuménica en los seres humanos.

De este modo, es comprensible que ella se haya restringido a su orden y a su causa, sin olvidar que ello no resulta, por mucho, una labor pequeña. Así, los valores que ella resalta pueden resumirse en una sola palabra: vocación.

En los capítulos seleccionados de este “Libro de las Fundaciones”, Santa Teresa acepta la importancia de los bienes materiales como un medio para la realización de algunos objetivos, desde obtener o arreglar una casa hasta comer o sanarse de alguna enfermedad, sin embargo los rechaza cuando se pretende con ellos llegar a la felicidad suprema o como una forma de sobornar a la divinidad para obtener las delicias de la paz. De igual manera, Teresa de Ávila pugna por la búsqueda del propio camino para la salvación del alma, poniendo como comunes denominadores de todos los caminos individuales la disciplina y la fe.

Este rechazo a los bienes materiales, la búsqueda de las cosas verdaderamente importantes de la vida –que para ella van desde reírse de sí misma por estar asustada ante la paranoia de su compañera hasta preservar las palabras de un fraile que barriendo dijo “Yo maldigo el tiempo que la tuve”-, la agudeza para comprender lo particular e importante que es cada vida; hacen sus hechos más que dirigidos a un grupo restringido de personas -con miras a hacerlo más numeroso por medio de la conversión a sus propias ideas-, como dirigidos a todos los habitantes de España o del mundo entero. Seguramente así lo hubiera querido Teresa, pero se lo impidió su tiempo, su contexto histórico.

Por ello, la vocación que ella pregona en su texto no es solamente una vocación religiosa, sino una vocación para la vida misma. 

Comentario Las Fundaciones de Teresa de Ávila
IRMA ANGÉLICA BAÑUELOS

Estimado Don José,

Para empezar, muchísimas gracias por sus comentarios del texto de Santa Teresa, cómo siempre han sido esclarecedores. No sabía que Santa Teresa venía de una familia de judío-conversos, ni desde luego de todos los trabajos que tuvo que hacer para ocultar ese origen; desde América nos cuesta mucho entender  eso de la pureza de sangre, tenemos tantas mezclas que es imposible pensar en ello; me ha traído a la memoria a Sancho ufanándose ante don Quijote de ser un cristiano  rancio.

Como usted pude admirar en Las Fundaciones, esa escritura sencilla, clara pero llena de imágenes que, aunque tengan que ver con asuntos religiosos, son poéticas. Cuánta razón lleva usted cuando dice que su escritura no precisa aclaraciones de lo límpida que es. Cuando uno lee estos capítulos puede sufrir los trabajos que paso Santa Teresa para fundar sus conventillos, pude uno admirar la fe y la fortaleza de espíritu que tenía esta mujer, aunque ella hable siempre de su flaqueza ; pero sobre todo puede uno darse cuenta de las ganas de contar, de dejar testimonio, pero no solamente un testimonio histórico sino un testimonio que habla no de la Santa, sino de la humana, con todas sus dudas, sus padeceres y los trabajos que sólo un alma como la suya podría haber soportado. “…Así anduvimos aquel día con hartos trabajos, porque se hacía muy recio el sol. Siempre me acuerda el cansancio y desvarío que traíamos en aquel camino”. “No pongo en estas fundaciones los grandes trabajos de los caminos, con fríos, con soles, con nieve, que venía vez no cesarnos de nevar, otras perder el camino, otras con hartos males y calenturas, porque, Gloria a Dios, de ordinario es yo tener poca salud, sino que veía claro que nuestros Señor me daba esfuerzo”. Usted lo expresa mucho mejor en la hermosa frase: “Recorrió la piel de toro de la Península, levantando conventillos”.

Es pues sin duda Santa Teresa una mujer con una fortaleza inmensa, fortaleza que le viene de la fe, porque ella dice que “el señor puede mudar los corazones” y “quien más conoce a Dios, más fácil se le hacen sus obras”; pero atención porque no es para nada una mujer simple ni ingenua, sus textos están llenos de una fina ironía, cuando habla de ciertos personajes o describe por ejemplo, las mortificaciones que hacían pasar las prioras a sus monjas y ella les aconseja: “Han de considerar que esto de mortificación no es de obligación”.

Me llamó también mucho la tención como para Santa Teresa los días se nombran a través de las conmemoraciones religiosas:

-Llegamos a Medina del Campo, víspera de nuestra Señora de agosto…
-Día de ramos, año de 1568.
-Día de San Blas
-Salí de Toledo segundo día de Pascua del espíritu Santo
-Llegamos víspera de Todos los Santos.

Desde luego puedo entender como la vida para ella era le religión, esa entrega a Dios que la llenaba de gozo “…qué casi no podía comer según sentía mi alma de regalada”.

Puedo comprender a través de su escritura como para Santa Teresa deshacerse de las cosas del mundo era el inició del camino para ganarse el cielo  y su obra nos deja  imágenes bellísimas al respecto: “…qué entendía apartaba en parte el señor su mano para que  él se quedase en su ser y viese que yo, si había tenido ánimo, no era mío”. “…qué no se acabe la memoria de este estiércol de los bienes de este mundo y que no la haya que tarde o temprano se ha de acabar”. “…no nos conviene huir del padecer”.

No me queda más que decir que lectura de Las fundaciones ha sido un regalo para el espíritu, un refugio donde descansar del mundanal ruido, de las palabras sin sentido que nos bombardean estos días. Gracias Santa Teresa por esa lengua bella, sin artificios.

Comentario a la lectura “Las fundaciones” de Santa Teresa de Jesús
IVONNE SIRENIA GÓMEZ VERGARA

Esta lectura es en realidad una serie de relatos y anécdotas a manera de minuta que reúne Santa Teresa, como si intentara dejar constancia del proceso mediante el cual ha llevado a cabo cada una de las diferentes fundaciones de monasterios para “las pobres Descalzas”; todo esto, a lo largo del territorio español durante el siglo XVI.

El relato se encuentra bellamente amenizado por diferentes situaciones y anécdotas sobre las múltiples vicisitudes que tuvo que afrontar para logra su cometido, por ejemplo: los enfrentamientos y discusiones con las autoridades para que le concedieran los permisos que hacían falta para tales monasterios, o las condiciones de deterioro en las que encontraban las casas a las que se dirigían, o las andanzas por las que tuvo que pasar en los caminos que atravesaba.

Mientras hacía la lectura fui partícipe de las angustias y malos ratos que tuvo que pasar Santa Teresa, cuando todo parecía estar en su contra, para llevar a buen término su propósito irrenunciable. Sí, para Santa Teresa es irrenunciable realizar la fundación de un monasterio, considera que es su propósito en esta vida que ha elegido consagrada a Dios. En diversos momentos nos asegura que es “la voluntad de Dios” la que mueve las circunstancias, como si fuesen piezas de ajedrez, para inclinarlas a favor de la creación de una casa dedicada a la oración, la penitencia y la gloria a Dios.

Por momentos, me contagia de su fe inquebrantable y su entrega confiada a su vocación y el propósito de su existencia. Sin duda que Santa Teresa es una mujer excepcional y adelantada a su época pues aunque es la fe la que la mueve, no ceja ni se doblega fácilmente ante las adversidades que encuentra para llevar a cabo la encomienda que se propone. Por el contrario, se vuelca por completo en tomar la batuta para sus compañeros de empresa no se desanimen, toma la iniciativa cuando es necesario y no se amedrenta a pesar de que por el siglo XVI sin duda que la figura de una monja era mucho más devaluada que la de hoy en día. En varios relatos nos comunica y describe cómo tuvo que enfrentarse a hombres molestos con sus propósitos, así mismo, nos cuenta cómo tuvo que dar ánimo muchas y repetidas veces a sus propias compañeras, esto nos da pruebas fehacientes del espíritu férreo e inquebrantable que sin duda la caracterizó. Son este mismo espíritu, junto con una fe incuestionable, las que se convierten en el motor que la conduce por las tierras de España para crear los monasterios.
Por otro lado, me parecen muy interesantes y acertados los consejos que da a las prioras (superioras en la orden religiosa) sobre la manera en que se conducen con las novicias pues considera que deben ser prudentes con las penitencias y mortificaciones que les hacen pasar; lo mismo ocurre cuando les sugiere que tengan cuidado con las cosas que les dicen puesto que al ser autoridades incuestionables, las novicias no tienen más que obedecer y, muchas veces lo hacen al pie de la letra como en dos anécdotas que señala.

Por último, debo decir que ahora mi idea sobre Santa Teresa de Jesús ha cambiado, hasta antes de esta lectura yo creía que se trataba de una mujer sumisa y abnegada. En cambio, en este momento creo que fue una mujer adelantada a su propio tiempo, una mujer que logró mover montañas a base de tesón y lucha constante; hombre y mujeres así necesitamos actualmente.

Santa Teresa dentro de sus Fundaciones
FABIOLA LÓPEZ IBARRA

En el Libro de las fundaciones de Santa Teresa encontramos cierto tono constante que aquí llamaremos de inocencia aparente. A lo largo de la narración de sus vicisitudes por fundar conventos notamos que Santa Teresa envuelve a su lector hasta el punto de la simpatía o empatía. La cuestión es cómo logra la autora guiar a su lector hasta el punto del involucramiento. El ejercicio que haremos a continuación se relaciona con los estudios de recepción, cómo nosotros como lectores podemos inclinarnos por las ideas manifestadas por Santa Teresa.

Primeramente, a favor de develar los mecanismos de la autora, notamos cierta retórica humilde, para Santa Teresa todas las personalidades eclesiásticas están rodeadas de virtudes que ella admira, pero, muy importante, no desea, así ante nuestros ojos vemos desfilar un sinfín de personajes y adjetivos tales como: excelentísimo, gran siervo de Dios, docto, etcétera. Aunado a esto tenemos una configuración hecha por la misma Santa Teresa sobre su persona que se traduce en sus comentarios cándidos tales como “Yo estaba hasta esto muy contenta, porque para mí es grandísimo consuelo ver una iglesia más adonde haya Santísimo Sacramento” llenos de sinceridad, de entusiasmo.

Es claro, durante la narración, que es Santa Teresa quien resuelve conflictos emergentes y problemas, pero ella misma desvía la atención hacia otras personalidades. Esto lo relaciono la alusión que hizo Don José Jiménez al respecto “Dios libre a todas mis hijas de presumir de letradas”; es sospechoso primeramente que una mujer sea resuelta, y segundo, que sea una mujer que tenga que ocultar su ascendencia judía.

Dentro de este proceder de “hablar de otros” en lugar de ella, podemos notar de cualquier manera que es Santa Teresa la protagonista de esta historia, pero logra disfrazarse de manera astuta en los que la rodean. Es este mecanismo el que hace que Santa Teresa sea a los ojos del lector tan humana, tan parecida y cercana a los demás, a nosotros, los que leemos del otro lado de la página.

Comentario del  libro de Las Fundaciones, de Santa Teresa de Jesús
ANTONIO SOLÓRZANO

Teresa de Ávila o Santa Teresa de Jesús, de cualquiera de las dos formas es por sí sola una figura literaria. Es una mujer que “transgrediendo” la costumbre de la época logra sobresalir y llevar a cabo empresas difíciles para cualquier persona de cualquier género, y mayormente para una mujer, por lo que se destaca doblemente la hazaña que llevara a cabo ante la fundación de tantos monasterios.
A manera de figura o recurso literario, logra plasmar eficazmente el misticismo de la época. Pinta una sociedad de repente buena y dispuesta a cooperar. A pesar de los fuertes problemas religiosos que enfrentaba la época, Santa Teresa logra actuar con cautela. Primero mide el terreno, se enfoca y ya logrado los acometidos, actúa. Nunca se precipita ante cualquier circunstancia.
Sabe que la ayuda divina está de parte de quienes pretenden hacer el bien, por lo que exquisitamente plasma un interés por seguir revisando la lectura en cada capítulo que la obra va recorriendo. Por ejemplo, describe las trabas que a su paso encuentra cada que va iniciar un nuevo proyecto.
Es también rescatable la sobriedad que se muestra en las palabras de Santa Teresa en el trascurso de toda la obra, voy de acuerdo con el comentario introductorio que hace el maestro Don José Jiménez Lozano, sobre el libro de Las fundaciones de Santa Teresa, no escribe más que con el lenguaje de “sus amas”, por lo que la escasez de artificio hace de la lectura, una lectura para todo público, sea o no letrado o acostumbrado a la lectura.
No terminaré mi comentario sin antes mencionar, que admirable es también como Santa Teresa evita en lo más posible ejercer una distinción de castas, o incluso de la importancia entre una orden religiosa y otra, por lo que imparcial y sobria en su vida, de igual forma se muestra en la manera de escribir: cautelosa y activa silenciosa, pero de manera destacable.



9 comentarios:

  1. Sin duda, Las Fundaciones constituye una profundización de la estampa de Teresa de Ávila leída en “Una hora de España”. En mi comentario anterior, identifiqué la facilidad para mezclar lo natural con lo sobrenatural como una de las características principales de la pluma de Santa Teresa de Jesús. Sin embargo, tras haber leído el comentario de Jiménez Lozano y los comentarios de mis compañeros, me he dado cuenta de que dicha facilidad para pasar de lo real a lo fantástico no es exclusiva de Santa Teresa, sino que es una característica de la sociedad española de esta época; de ahí que, según mi compañero Sergio Fregoso, este texto sea un “testimonio de la fe del momento”.

    La literariedad de Las Fundaciones se basa, en mi opinión, en dos aspectos fundamentales. En primer lugar, la obra es una narración: en ésta se nos cuenta cómo Teresa de Ávila fundó los distintos conventos carmelitas. Hay personajes, marco escénico, argumento y tiempo. En segundo lugar, el estilo de Santa Teresa es impecable; éste destaca por su sencillez, por su “elegancia desafeitada”.

    Por último, quisiera mencionar que, gracias al comentario de Jiménez Lozano, pude entender con mayor claridad en qué radica el voto de pobreza de la orden carmelita. La pobreza, además de evitar tener todo resuelto, nos permite aprender a hacer cosas que de otra manera no aprenderíamos.

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  2. Me parece muy interesante la idea que nos comparte Víctor Manuel Bañuelos Aquino al ver cierta semejanza entre el texto de Las Fundaciones con los Comentarios de las Guerras de Galias y la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Como nos comentó don José Jiménez Lozano, Santa Teresa disfrutaba de los libros de caballería y quizás se podría argumentar cierta influencia en su manera de escribir. Si lo pensamos detenidamente, como nos lo ilustra Víctor, Teresa de Jesús emprende una especie de “conquista” motivada por su fe.

    Sigo pensando que este texto es un testimonio de la fe de la época o, en su defecto, un testimonio de cómo Santa Teresa de Jesús percibía la fe de su época y cómo debería de ser. Esta idea del “debería” es lo que la impulsará a fundar conventos y monasterios de acuerdo con su fe (como signo de conquista); se trata de instaurar –o reformar– ciertos aspectos de la vida religiosa: la pobreza como una virtud, por ejemplo. En este sentido, lo de Teresa de Jesús sería una conquista. Ahora, en cuanto a la manera de presentarla, también hay una intención de presentarla como tal. Me permito citar el comentario de Erika Petersen: “la obra es una narración: en ésta se nos cuenta cómo Teresa de Ávila fundó los distintos conventos carmelitas. Hay personajes, marco escénico, argumento y tiempo.” Hay todo una marco en el podemos ver cada fundación como una aventura y, en cada una, habrá victorias y derrotas, tristezas y alegrías, como en los libros de caballería.

    Por último, quiero abusar de este espacio para agradecer a don José Jiménez Lozano y a mis compañeros por sus lecturas. Pienso que lo más interesante de este taller es este espacio en el que podemos compartir las diferentes ideas sobre los textos para acercarnos a una lectura cada vez más completa.

    Sergio Fregoso Sánchez

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  3. Teresa de Ávila se afianza de su "elegancia desafeitada" como mecanismo retórico para influir sin violentar, es decir, de una manera muy simple, sutil, nos ofrece poderosas sentencias, observaciones y reflexiones sobre su época, que se convertirán en pautas allende las fronteras de los "conventillos" que fundaba por la España del siglo XVI. De esa manera vemos como es que actua motivada por la religión y escribe impulsada por necesidad interior, algo dentro de ella la hace escribir.

    Por otro lado, debo agradecer a don José Jiménez Lozano por las puntualizaciones hechas en su respuesta a nuestros comentarios, pues a través de ellas estoy cierto que se nos aclararon a todos algunas dudas o imprecisiones en torno a la figura de la escritora y su entorno, como lo referente a la inmersión simultánea en el mundo de lo natural y lo sobrenatural de la vida de su tiempo... y de la de hoy también.

    Por último, coincido con algunos compañeros en la impresión de estar sumergidos en la lectura de un libro de caballerías, por eso de la aventura y el deber que llevaban a la monja de un lado a otro de España, consumando batallas y triunfos como estratega refinada y de firmes convicciones (una caballería del mundo espiritual). Y si bien es una narración, pues posee todos los elementos de tal, como afirmaba en mi comentario, la obra no tiene pretenciones de obra literaria, sino que el valor documental es el que más pesa en la balanza.

    Enrique Casillas Padilla.

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  4. Hace unos días leí un artículo escrito por el escritor cubano Severo Sarduy. Él decía que una de sus mayores influencias literarias era Santa Teresa de Ávila: “Dice mi madre que una santera, cuando nací, le dijo que me pusiera una medalla de Santa Teresa de Ávila escribiendo porque yo iba a ser escritor”. Me llama la atención lo que dice Sarduy pues su estilo literario (el barroco) pareciera ser totalmente opuesto al de Santa Teresa. Tal vez, este escritor admira la capacidad de Santa Teresa para conmover con escasas palabras, esa simpleza estilística que notamos en su obra (aunque claro, éstas son meramente especulaciones mías).
    Otro aspecto que me llama la atención y que ya mencionaron algunos compañeros, es que Las Fundaciones bien pudiera leerse como un libro de aventuras no ficcional (aunque tiene ciertos aspectos tomados de la ficción). Y esto me hizo relacionarlo con la gran cantidad de obras que surgieron en el siglo XX, en las cuales se narraban sucesos reales pero que incluían ciertos elementos ficticios: en el caso de Santa Teresa la confluencia entre lo natural y lo sobrenatural.
    En cuanto las vivencias y peripecias que nos cuenta Santa Teresa a lo largo de Las Fundaciones, rápidamente me remitieron a la vida de San Francisco de Asís: la travesía de ambos llega a ser similar en algunos aspectos. Asimismo, en los dos encontramos la pobreza como virtud, de la que previamente hablaba Jiménez Lozano.
    En conclusión, Santa Teresa de Jesús es un personaje que ha quedado inmortalizado no sólo en la literatura sino en el arte en general, como ejemplos: tenemos las pinturas de Rubens y la escultura de Bernini.

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  5. Es sin duda controversial el tema religioso, pero me queda claro que a la mayoría de los participantes en este diálogo coincidimos en considerar a Las Fundaciones como un relato de aventuras que Santa Teresa nos comparte, relato que oscila entre lo natural y lo sobrenatural, como nos señala Enrique García.
    Efectivamente, considero que este tipo de realatos corresponde fielmente a las tendencias de la época, además de que, como bien nos aclara Don José Jiménez, las alusiones a Dios, se deben a que Dios se encontraba presente en la vida y el habla de las personas de su tiempo.
    Sin duda alguna, Santa Teresa es un personaje lleno de misticismo, pero también posee un espíritu incansable que la lleva a levantar una obra que ha dejado su huella no sólo en el ámbito de la religión, sino también de la literatura, así como de la historia misma de España.

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  6. Creo que el comentario que Don José Jimenez hace como respuesta a nuestras propias percepciones es ilutrativo desde varios enfoques. Quizás tenemos cierta inclinaciòn por omitir, en ocasiones, el contexto histórico y las circunstancias bajo las cuales es escrito un texto, el Libro de las Fundaciones es ejemplo de ello, podemos relacionarlo como objeto de estudio con otros objetos, pero es sin duda su base y motor el contexto en que la autora estaba sumergida, desde este rubro el comentario ya citado es de gran ayuda, nos permite ver este texto con más claridad, al menos en el lenguaje que fue el tópico de mi primer comentario. El discurso de Santa Teresa, entonces, es una amalgama de recursos propios de su época: el tema recurrente de Dios, las fòrmulas de respeto, aunque sigo creyendo que están un tanto más acentuadas debido, precisamente, al contexto difícil en cuanto a sospechas y malas interpretaciones que le tocó vivir a nuestra autora.

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  7. Bueno, me pareció acertado el comentario de Don José acerca de la fe de Teresa de Jesus y la creencia en Dios. Es cierto de que a pesar de sonar a frases hechas la unvocación a Dios encierra en sí grandes motivaciones espirituales y que han sido estas mismas las que han logrado crear grandes maravillas en las artes, no se puede decir que la religión fue completamente negativa sino que también tuvo sus muy valiosas aportaciones. Es la fe en la deidad la que ha movido al arte en sus comienzos y no sería lo que es ahora sino fuera por ella. Teresa de Jesus se mueve bajo la misma linea y encuentra en Dios la esperanza, la inspiración, la motivación y el gusto por crear, no se encuentra en ella el aspecto negativo sino el creador y es a su vez el deseo de trascender no por fama sino por obras que agraden a Dios y que así siente que se mejora a si misma y al mundo. Aun en nuestros dias no es de extrañarse que se sigan formulando tales expresiones, pero lamentablemente han perdido su sentido pero en muchos casos la fe sigue siendo una motivación para mejorar moralmente, para estas personas es un Dios que vive y camina a su lado. Un Dios presente.

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  8. COMENTARIO
    LAS FUNDACIONES
    DE SANTA TERESA
    Maria Teresa Mora Parvul
    La pobreza siempre ha sido una de las virtudes mas alentadas por la Iglesia Católica; pero en Las fundaciones de Santa Teresa como lo dice Don José Jiménez Lozano, a las monjas les preocupaba el tener todo resuelto, pues así ya no hay manera de practicar la virtud de la caridad.
    La pobreza es un medio para alcanzar la salvación, además de que es ponerse al nivel del otro; siempre existen mas personas pobres que ricas, a los ricos se les da lo oportunidad de hacer caridad con el mas desprotegido, incluso en las fundaciones aparecen personajes que donan sus casas (auque sean algo viejas) para que se construyan monasterios y conventos
    La caridad la hacen los ricos hacia a las monjas, que en este caso serian los pobres de la historia. Ellas renuncian por amor y aun en la actualidad es parte de los votos religiosos que se hacen públicamente al momento de la consagración religiosa, como lo son el voto de castidad, obediencia y pobreza.
    Respecto al voto de castidad, en ciertas congregaciones es un requisito la pureza, pero en el texto el punto de la pureza es tomado de distinta manera “(porque no había venido a su noticia que siendo desposada podía ser monja, hasta que lo pregunto)”.
    El voto de obediencia queda muy claro, cuando recibe de sus superiores ordenes de ir a un lugar y después al otro. En cuanto al voto de pobreza aparece cuando las madres afirman que ya no parecen pobres, son pobres.
    La pobreza lleva a un camino de entrega hacia Dios y hacia el otro, es la donación por amor.

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  9. Comentario sobre el libro de Las Fundaciones de Santa Teresa de Jesús...
    (Me disculpo por subir apenas el segundo comentario. Enterado Jesús de los problemas tecnológicos que tuve, he aquí mi presencia)

    Comentario:

    Teresa de Ávila o Santa Teresa de Jesús, de cualquiera de las dos formas es por sí sola una figura literaria. Es una mujer que “transgrediendo” la costumbre de la época logra sobresalir y llevar a cabo empresas difíciles para cualquier persona de cualquier género, y mayormente para una mujer, por lo que se destaca doblemente la hazaña que llevara a cabo ante la fundación de tantos monasterios.

    A manera de figura o recurso literario, logra plasmar eficazmente el misticismo de la época. Pinta una sociedad de repente buena y dispuesta a cooperar. A pesar de los fuertes problemas religiosos que enfrentaba la época, Santa Teresa logra actuar con cautela. Primero mide el terreno, se enfoca y ya logrado los acometidos, actúa. Nunca se precipita ante cualquier circunstancia.

    Sabe que la ayuda divina está de parte de quienes pretenden hacer el bien, por lo que exquisitamente plasma un interés por seguir revisando la lectura en cada capítulo que la obra va recorriendo. Por ejemplo, describe las trabas que a su paso encuentra cada que va iniciar un nuevo proyecto.

    Es también rescatable la sobriedad que se muestra en las palabras de Santa Teresa en el trascurso de toda la obra, voy de acuerdo con el comentario introductorio que hace el maestro Don José Jiménez Lozano, sobre el libro de Las fundaciones de Santa Teresa, no escribe más que con el lenguaje de “sus amas”, por lo que la escasez de artificio hace de la lectura, una lectura para todo público, sea o no letrado o acostumbrado a la lectura.

    No terminaré mi comentario sin antes mencionar, que admirable es también como Santa Teresa evita en lo más posible ejercer una distinción de castas, o incluso de la importancia entre una orden religiosa y otra, por lo que imparcial y sobria en su vida, de igual forma se muestra en la manera de escribir: cautelosa y activa silenciosa, pero de manera destacable.

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